El lagarto Vizcarra

Quién diría que el poema aquel que escribiera Jim Morrison le cayera tan bien a Martin Vizcarra: “Soy el rey lagarto, puedo hacer lo que sea”. No se equivocó el gran periodista de investigación Carlos Paredes cuando en aquel perfil, tan bien vendido, se refirió a Vizcarra como “el lagarto”, porque tiene, a pesar de todas las circunstancias en su contra, la sangre fría para mentir con los ojos fijos ante el mentido.

De momento hay ocho personas que han confesado haberle dado a Vizcarra alguna coima en diversas modalidades. Es el mismo Vizcarra quien mintiera sin rubor sobre sus soterradas y reiteradas vacunaciones experimentales contra la pandemia de covid19, mientras en las salas de los hospitales peruanos se acumulaban los muertos por el virus. Con una facilidad para mentir, timar y negar hasta la esfericidad de la tierra, Martín muere en su rincón del negacionismo sin apenas levantar la ceja.

Fue este mismo Vizcarra, traidor entre los Judas, quien planeó junto al fujimorismo la caída de PPK, aquel presidente efímero quien vestido con ropa deportiva y que hizo un ridículo de aquellos que jamás se olvidará, y que YA figura entre las páginas más patéticas de la pequeña historia de la República en marcha. No pasó semanas y el Lagarto le dio su propia noche de cuchillos largos al fujimorismo, a tal punto de cerrar ese Congreso de manera fáctica, figura legal que tiene y tuvo defensores entre los más bellacos constitucionalistas.

Catalogado en plena ebullición de la pandemia por sus admiradores y adláteres  como el “padre que cada peruano debería tener”, el Lagarto fue el padrastro malo que colocó al Perú como el peor país en el manejo de la covid19 a nivel mundial. Algo que jamás se olvidará y que algún día habrá de constituir una comisión de la verdad que cuente eso, la verdad de lo que hizo el Lagarto.

Hoy el moqueguano, frío como un témpano y calculador como el ladrón que roba una cartera en el momento exacto, ha descubierto que el TikTok es una buena herramienta para comunicar. Y expone, entre panes con mantequilla y huevos fritos, la vida de un político hogareño, amante de su familia y leal entre los suyos. Hay que reconocerlo, el tipo sabe que la política es administrar el poder en el presente, y que el político que piensa en el futuro o la grandeza de un país, el estadista, está destinado a la derrota perpetua. La política es aquí y ahora. Todo lo demás es ilusión romántica.

Vizcarra miente y mentirá todas sus cuitas y cutras porque tiene la sangre fría. No valdrán ni testigos protegidos ni aspirantes a colaboradores. Sabe que la política es el arte de la resistencia y que mentir es parte de la puesta en escena. Sabe además que le perdonarán todo si se enfrenta al fujimorismo, porque sus mentiras se enjuagan con el anti que nos tiene condenados a elegir al mismo diablo con tal de que el enemigo no llegue a ser presidente. Vizcarra es un lagarto y puede hacer lo que sea.