David Auris Villegas
Educación y empoderamiento femenino
Equidad para crear sociedades más justas
Hace unos días, le confesé a un colega que mi hermosa enamorada poseía un gran poder. Luego de felicitarme me dijo que, si podía recomendarle para un puesto más relevante, porque imaginó que ella era una congresista, ministra o empresaria. Para su asombro le dije que no es funcionaria ni política, sino sencillamente una mujer audaz, independiente y emprendedora. Al oír mi discurso, el colega me observó incrédulo y avergonzado, continuó con su habitual labor de asesor de congresistas, y entonces comprendí que empoderar a las mujeres es trascendental.
Queridos lectores y lectoras, este prejuicio de poner en tela de juicio el éxito de las mujeres, asociándolo a altos cargos burocráticos, todavía persiste en algunas esferas de la sociedad, por lo que es necesario intensificar el empoderamiento femenino en todo el sistema educativo y acelerar el progreso de ellas. El empuje y determinación de una mujer, transforma a las sociedades tradicionalistas en un espacio de desarrollo sostenido y equitativo, tal como afirmó, Malala Yousafzai en las Naciones Unidas que, mediante un lápiz, un cuaderno y un profesor, podemos mejorar el mundo.
En ese contexto, es una obligación moral de los gobiernos, masificar el acceso a la educación en países como el nuestro si aspiramos a construir una sociedad próspera. Ahora que las clases ya comienzan, ¿las escuelas peruanas están empoderando a las mujeres? Es probable que no impulsen agresivamente una educación para alcanzar la equidad, especialmente en las zonas más desfavorecidas, donde se acentúa el machismo y el patriarcado trasnochado. La evidencia de ello, es que el Perú ostenta una alta brecha de género en América Latina, según el Índice del Desarrollo Social de la Mujer y el Hombre, en el año 2023, presentado por la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Por otro lado, consideremos que la escuela o la universidad como institución no es lo mismo que educación. Según los pensadores de la talla de Freire, Chomsky, Maturana y Enkvist, este último es un proceso cognitivo que libera, humaniza, empodera y enriquece al ser humano. Es así que, una mujer segura de sí misma y dueña de una amplia variedad de habilidades productivas con una visión de desarrollo, ha alcanzado la categoría de empoderada. Por consiguiente, la decisión de convertirse en lideresa visible es opcional, aunque debe hacerlo con el propósito de inspirar a muchas personas.
He aquí el enorme desafío: empoderar a todas las mujeres desde la educación para crear sociedades más justas. En esta línea, las Naciones Unidas, conmemora cada 8 de marzo el Día de la Mujer, con la intención de promover la independencia de las mujeres, así como el aspecto financiero que aún las ata a los hombres, especialmente en las zonas rurales y marginales del Perú, lo que obstaculiza la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030.
Reconozcamos que las mujeres no exigen más derechos que los hombres, sino que, en pleno siglo XXI, inundado de tecnología, ellas siguen reclamando igualdad de condición. A lo largo de su formación educativa, empoderarlas es devolver su dignidad humana, para brindarles las mismas oportunidades que los varones. Esto implica la implementación de una política de Estado en el ecosistema educativo, con el propósito de vigorizar el empoderamiento femenino, basado en el conocimiento científico, la cultura financiera y la equidad, como está llevando a cabo con acierto la Unión Europea.
En virtud de la razón y considerando los estudios sobre equidad, si no se fomenta el real empoderamiento de las mujeres a través de la educación, será imposible alcanzar un desarrollo sostenido y compartido.
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