Hugo Neira
Edgar Morin en el Perú: evento a larga distancia
Un nuevo paradigma de sabiduría
Pues bien, ha habido en Lima un diálogo sin fronteras —las ventajas de la tecnología de la comunicación electrónica— los jueves, viernes y sábado de la semana pasada. El Instituto de Pensamiento Complejo Edgar Morin de la Universidad Ricardo Palma fue el organizador del II Congreso Internacional del Pensamiento Complejo y Ciencias de la Complejidad junto con la Embajada de Francia en el Perú, la Unesco y otras instituciones de diversos países, en especial Colombia, que intervinieron a distancia junto con el propio Morin. ¿Cuál era la temática que reunía a los participantes? La gente de este II Congreso parte no de un solo problema sino de un conjunto de problemas que ellos han llamado una «Megacrisis en un mundo en metamorfosis». No es que en el mundo en que vivimos hay un gran problema, hay varios, que se entrelazan. Por otra parte, la explicación de algo que envuelve el conocimiento gira en torno de Edgar Morin quien es el pensador del pensamiento complejo, con más de 100 años. Nos ha escuchado desde lejos, estando en un hospital, el congreso es un homenaje al sabio que ha encontrado lo que él llama la complejidad tanto en las modificaciones como en las metamorfosis de sociedades enteras, tema al cual ha dedicado su vida, libros y viajes y lo que nos propone: una reforma del pensamiento. Nada menos.
Presentemos a Edgar Morin para luego explicar lo que él llama la «complejidad». Se suele decir de él que es filósofo y sociólogo, lo cual es cierto pero es algo mayor, alguien ocupado por las ciencias del hombre y las ciencias de la naturaleza. Morin nace en París el 8 de julio de 1921 (o sea, tiene 100 años y plena lucidez, con lo cual se caen muchos mitos sobre la vejez, los que han usado su cerebro, no lo pierden). Sus padres eran judíos, el padre comerciante, y pierde la madre a sus diez años. Tuvo una infancia difícil y el tema de la enfermedad y la muerte acaso le da que pensar, tanto como la II Guerra Mundial. Sus dos primeros libros vierten sobre el ser humano y la muerte, y también la situación de Alemania tras la guerra, en un estudio que lleva como título, «La hora cero de Alemania», después del nazismo.
¿Por qué nos detenemos en la formación de Morin? Por su curiosidad por el conocimiento del cuerpo natural y los comportamientos de los pueblos y los individuos. Por lo general, la salud es algo que atrae y ocupa a médicos, biólogos, psicólogos como la química y la biología. Y por otra parte, encontramos la historia, la antropología, la sociología, o sea que se llama asignaturas o disciplinas humanistas.
Edgar Morin no solo propone que haya estudios pluridisciplinarios, va más lejos. No es posible del todo saber qué es el hombre y las sociedades con tan solo el conocimiento de la historia de los pueblos, sin saber la vida y la mentalidad de los pueblos y culturas. ¿Qué propone Morin? Nada menos que un nuevo paradigma de sabiduría. ¿Qué es paradigma? La definición es de uso corriente, desde los filósofos a los biólogos y otras disciplinas.
Un paradigma es «una constelación de conocimientos compartida por un conjunto de investigadores y científicos». El mundo occidental ha usado el paradigma de Descartes. No se trata de que las ciencias actuales tienden a distanciar las ciencias tanto de la vida como de la naturaleza, convencidos que tal o cual disciplina pesa más en los países de culturas diferentes. Morin sin embargo habla del «paradigma perdido», ese es el ser humano actual. El nuevo paradigma tiene que ensancharse puesto que precisa de estudios profundos sobre la forma de alimentarse, vivir, las creencias, las religiones, la mentalidad. Los acontecimientos a nivel del individuo, la nación o la colectividad no se explican desde una sola causalidad o una sola ciencia. Los economistas, por ejemplo, no pueden comprender por qué las sociedades industriales, en las que no hay hambre ni pobreza, generan populismos que detestan el sistema que los ha salvado de la pobreza. Eso que las hace felices y equilibradas. Solo un conocimiento que estudie el campo de las emociones y las mentalidades colectivas puede comprender el caos de las sociedades que parecían ser las más avanzadas. ¿Qué tipo de sociedad ha logrado tener sus propios tutores y una vía alternativa a los sistemas actuales —tanto los de países capitalistas como comunistas—, cuyas clases dominantes son todas discutidas? Es esto lo que explica las metamorfosis de las actuales sociedades, inestables, y que van modificándose acaso por la velocidad de las revoluciones tecnológicas. El temor a no ser útil bajo el poder de sociedades productivas con robots e inteligencia artificial. ¿Cuál será la forma de trabajo en unos cuantos decenios? ¿O lo que puede ocurrir en los países y continentes enteros? Una feliz Nueva Edad Media. ¿Cuando los trajes los hacían costureras y no máquinas? ¿Y un dominio para cada hogar, con tierras de cultivo, lo suficiente para una familia? Y acaso el comercio transoceánico desaparecerá porque los países del tercer mundo volverán a su autonomía agraria, como la tuvieron durante milenios Egipto, China antigua, los Incas en los Andes y los pueblos de México.
¿Qué quiere decir Morin con complejidad? Dos definiciones.
1. No es que haya un defecto en las ciencias actuales. Es al revés. Nunca se ha sabido tanto como hoy. Hasta conocer la atmósfera y los arenales del planeta Marte. Lo complejo es también un campo de conocimientos muy numerosos al punto que no podemos leer la masa, inmensa, de millares de estudios que circulan más allá de la imprenta y los libros, en las plataformas de comunicaciones. El tejido del pensamiento actual tiene dos enormes obstáculos. El primero es la abundancia. Solo en sociología hay por lo menos más de mil tesis o estudios de calidad por año. Como lo ha dicho Morin, la complejidad. Pero algo más: muchos de esos «estudios» son distintos y contradicen otros trabajos.
2. El pensamiento enfrenta la complejidad de lo humano, algo que sí saben los médicos porque los enfermos son todos distintos. En cuanto a la especialización científica de una sociedad, definirla con un concepto resulta no solo difícil sino que la sociedad se va modificando mucho más rápidamente que los sociólogos, los politólogos y los políticos mismos. Se necesitan, pues, personas como Edgar Morin. Pensar de manera compleja ante lo complejo. Las reducciones mentales son lo que debemos evitar. Falta, como lo sabemos, un conocimiento del conocimiento. Cabe inventar las tres teorías de Morin.
- La teoría de la información (limitando lo que se dice en las redes sociales que no son sino una forma de inestabilidad). No todo lo que se dice es nuevo. Las sociedades esconden sus propias reglas en medio del gran ruido que hacen las falsas verdades.
- La teoría de la cibernética, que espera contar con máquinas autónomas.
- La teoría de los sistemas. La primera lección sistemática es que las partes no hacen siempre el todo. El todo no es siempre la suma de las partes. Hay partes que tienen una calidad especial. Que pueden provocar reacciones violentas e incluso un feedback, un retroceso, como forma de regulación.
- Cabe estudiar cómo se formaron las sociedades en su autorganización. Y no olvidar el factor del azar. (Jorge Basadre, en su último libro, antes de morir, se ocupó de cuánto juega la suerte y su contrario en la historia). Pizarro llegó al Imperio Inca cuando estaba en plena guerra civil, los incas de Cusco vencidos por la revuelta de los ayllus y tribus del norte, en el territorio de Quito. Si no hubiese llegado en ese momento, podemos imaginar otra historia. El determinismo, hay que dejarlo en la historia y la posibilidad del futuro.
Por eso es que ha llegado al océano de la complejidad: el método cartesiano resulta provincial. Lo real es complejo. Se necesita trabajos interdisciplinarios. El desorden es creador de vida. El paradigma de la complejidad no renuncia a las partes ni a la síntesis. Existe lo imponderable, el azar. Por cierto, esto significa que se necesita una nueva pedagogía. Al menos dos formaciones. Sobre el contorno del ser humano, desde las reglas, la ética, la salud y el modo de vivir. Y aprender a aprender, saber leer bien un texto, saber dudar, entenderlo. Discutiendo. Es el primer paso, según Descartes. Yo existo y por lo tanto, mis sentidos y la razón me dicen lo que veo y mi contexto. Y el concepto de los antiguos griegos (2400 a.C.): conócete a ti mismo. Es lo primero que debemos saber. Si eres flojo, no protestes. El futuro va a modificar —debido a los cambios climáticos— las formas de vida, la producción de alimentos. Actúa. La humanidad debe responder ante la naturaleza que nos amenaza, porque desde la revolución industrial hemos destrozado bosques y tierras fértiles, contaminado océanos con nuestros desechos y basura. Hay que evitar lo que se viene producto de las grandes sociedades industriales, los 2 grados más de calor. De 56° hacia arriba, la vida va a ser muy difícil. Pero claro está, esto no se puede decir en unas cuantas líneas. Solo la ciencia y la curiosidad del ser humano nos podrá salvar.
Y no por eso podemos olvidarnos de los problemas inmediatos —las elecciones, la pandemia—, pero unos y otros problemas se envuelven entre sí, como cuando se reúne un grupo de serpientes (esto solo es una metáfora). Hasta el próximo lunes.