Eduardo Zapata
Cultura, Estado y oportunidad
Eficiencia y transparencia: ¿antídotos para la corrupción?
Una política pública puede ser bien intencionada. Pero no será técnica si desde su concepción no atiende a las condiciones cognitivas y comprensivas del destinatario. Pues allí se consumará la adhesión o no a la política pública. Allí se activará el lugar donde ese destinatario hallará el ´sentido´ de la política trazada. Un asunto crucial de la semiótica política hoy.
Lo hemos dicho aquí y es comprobable científicamente. Es más que plausible afirmar con John R. Searle que: “La única realidad de la que podemos hablar con sentido es la realidad de las experiencias perceptivas”.
Y lo hemos dicho también aquí y también es comprobable científicamente: los pueblos con una fuerte cultura oral tienen enormes ventajas comparativas para acceder al mundo electronal o digital. No son casuales entonces los casos de China o India.
La velocidad invasiva con la que el mundo digital ha penetrado en el Perú sorprende aún a muchos, y a la luz de lo señalado anteriormente no debería sorprendernos. Dado que el Perú actual hunde raíces y prácticas lingüísticas y sociales en la oralidad –y eso por milenios– la presencia de lo electronal constituye una cultura oportuna a la cual vienen adhiriendo espontáneamente los peruanos. Sería tiempo ya de que a esa espontaneidad se le agregue la decisión seria, sana y oportuna de todos los involucrados en la formulación de políticas públicas.
En la medida en que la organización del Estado es también una resultante de acciones políticas es imprescindible que su formulación responda ya a la lógica de lo digital. Hasta hoy hemos tenido un Estado organizado sobre la base de la subordinación y de la linealidad, herencias de la escribalidad del ayer, subordinación y linealidad que se pueden ver gráficamente manifestadas en los frondosos organigramas oficiales. Pero la misma adhesión de los peruanos a lo digital nos muestra que la lógica de esta tecnología habita ya entre nosotros. Y desde allí se percibe. Y desde allí se da sentido a las políticas públicas.
La oralidad y lo digital se encuentran en el privilegiamiento de la simultaneidad y de la coordinación yuxtapuesta. Y ello propicia atención integral a las ocurrencias políticas y sociales, y muchos menos pasos en el andar ciudadano. Ahorro, entonces, en burocracias desagregadas y también ahorro –de tiempo– en los procesos de vínculos con el Estado.
La opción por una lógica electronal de la simultaneidad (y no de la sucesión) y de la coordinación (y no de la subordinación) propiciará aceleradamente dos valores fundamentales para las sociedades modernas: eficiencia y transparencia. Eficiencia en la ejecución y fiscalización de los procesos; y transparencia, antídoto para una corrupción alimentada en gran medida precisamente por la sucesividad y la subordinación.
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