Raúl Mendoza Cánepa
Bicentenario bipolarizado
Se necesita una reforma integral del Estado
La crisis institucional quizás sea lo más memorable de un Bicentenario que no fue. Nadie esperaba que desde 2016 al 2023 el Perú iba a tener seis presidentes, y que los doscientos años no se celebrarían porque los peruanos eligieron el desastre, un presidente escaso, con un ideario castrista, y dado a levantarse al Perú. Era la primera vez que Sendero Luminoso llegaba lejos sin un solo petardo, solo porque muchos peruanos decidieron saltar al abismo. Allá cada quien si salta solo, pero era saltar con todos y hundir al país.
Si el golpe de Estado del 7 de diciembre culminaba en la toma del Perú por Castillo, integraríamos una colonia castrochavista y habría muchos presos y confiscados, con una economía en trizas. Si desde 2016 se hubiera unido a tirios y troyanos en una reforma del Estado, se hubiera podido evitar la crisis actual; perdón, esa es la versión ingenua porque lo que hay es un país dividido en derecha e izquierda. Es una bipolaridad irreconciliable, pues no hay un acuerdo nacional de fondo, sino actores que se han declarado la guerra.
¿Quién imagina una reforma del Ministerio Público en concilio? Y la del Poder Judicial, ¿quién la haría? Para algunos el Congreso, pero si el problema es la politización de la justicia, meter al Congreso en el entuerto es empeorar las cosas. Igual, la izquierda tiene una visión de lo que debe ser el sistema de partidos y el sistema electoral que no concuerda. Para un sector, el otro fue el que construyó un sistema de partidos ineficiente, una justicia dependiente y entidades que responden a argollas burocráticas, desde 2001.
Ya no hay forma de llegar a un consenso porque la izquierda de todo matiz colaboró con Castillo y demostró que “sí importa el color del gato”, en contra del pragmatismo de Den Xiao Ping, minimizando la importancia del color, “mientras cace ratones”. La izquierda peruana no evolucionó. Lo que hizo Alfonso Barrantes lo deshizo Susana Villarán y lo devastó toda la izquierda que se plegó al castillismo. Una izquierda sin propuesta (salvo cerrar minas y destruir la economía) y sin moral, a todas luces dispuesta a corromperse.
Aunque suene democrático hablar del Acuerdo Nacional y del Perú unido, no hay opción para una plataforma. La izquierda solo tiene matices imaginarios. Hace más de treinta años Henry Pease y Mario Vargas Llosa podían abrazarse contra Sendero Luminoso. La izquierda actual es capaz de compartir fajín o escaño con filosenderistas.
Lo que queda por hacer desde 2026 es una reforma del Estado integral en materia procesal penal, electoral, de partidos, etc., y restringir la posibilidad de que cualquier radical o cualquier lumpen que quiera meter manos a la caja estatal lo pueda hacer. Tal reforma, para que no sea tramposa, solo la puede hacer un gobierno no izquierdista y honrado.
La izquierda odia al Perú y necesita la existencia de pobres para subsistir. Ella nos trajo a Castillo y Abimael Guzmán, también sus trampas cuando le dan una caja. Por ella, tanto esperar el Bicentenario para tremendo fiasco.
P.S. “Extraña” e “inductiva” la “profecía” de una “vidente” en YouTube (la misma que invitaba al sacrilegio con las hostias) señalando que veía a un personaje conocido de la televisión y el teatro ganando la presidencia en 2026, ante la alegría de sus entrevistadoras que asumieron que el premiado es Salvador del Solar. Difícil, después de todo, y además preocupante imaginar una final entre Antauro Humala y Del Solar, donde el primero se la puede llevar. Los “cojudignos” existen, sea cual sea su color político.
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