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No son liberales ni caviares, son neomarxistas

A propósito de la bancada liberal

No son liberales ni caviares, son neomarxistas
Víctor Andrés Ponce
16 de enero del 2019

 

Los congresistas Alberto de Belaunde y Gino Costa han lanzado la llamada “bancada liberal”. La audacia revela un planeamiento ideológico sofisticado: apropiarse de la palabra y las banderas liberales para llevarlas a orillas extrañas. Los mencionados congresistas se definen liberales no solo porque representan la quintaesencia del antifujimorismo que, en los últimos 25 años, se ha alimentado de las limitaciones y yerros del fujimorismo, sino porque son defensores acérrimos de los derechos LGTB. Es decir, de las minorías sexuales.

Si cualquiera le preguntase a ambos congresistas sobre sus cercanías políticas e ideológicas las respuestas serían curiosas. Por ejemplo ante la disyuntiva de elegir entre las derechas católicas y evangélicas —que tienen una posición confesional sobre los derechos de las minorías— y las ONG antimineras que promueve la izquierda antisistema, les aseguro que no dudarían un minuto en abrazarse con las ONG marxistas. La idea de una derecha conservadora los aterra.

Pero aquí viene el detalle esencial: las derechas católicas y evangélicas en el Perú —como parece suceder en diversas partes del planeta— son abiertamente procapitalistas y, proinversión, una especie de Tea Party nacional y, por lo tanto, defienden con uñas y dientes, el régimen económico de la Constitución.

¿Cómo entonces los llamados “liberales” podrían estar más cerca de Marco Arana y Verónika Mendoza? No es pura especulación. La trayectoria de Costa Santolalla como la de Carlos Basombrío, ex ministro del Interior, están vinculadas a las llamadas ONG caviares, desde IDL hasta todas las terminologías y ramificaciones que buscan promover el ambientalismo ideológico, una supuesta defensa de los DD.HH., en contraposición a la autoridad del Estado, el control de las instituciones judiciales y las cuestiones de género, entre otros tópicos. Por ejemplo, Basombrío reaccionó con extrañeza cuando fue ministro del Interior: ante la lamentable muerte de dos ciudadanos en un conflicto en Las Bambas, le cargó las culpas a dos coroneles de la policía. El motivo: haberse aliado con la empresa Las Bambas. A mi entender solo una identidad marxista, solo una concepción colectivista, puede llevar a un ministro a relativizar el gigantesco aporte de Las Bambas al PBI (cerca del 1%) e ignorar las estrategias provocadoras de los sectores antimineros, que buscan teñir de sangre las protestas para detener las inversiones. La posición de Basombrío fue tan particular que hasta el propio PPK le enmendó la plana.

¿A qué vamos? No puede haber liberal que no entienda que la base de la democracia y las libertades reside en el capitalismo. Es imposible. La idea de un ciudadano libre en términos políticos, económicos, religiosos y culturales frente al Estado solo puede prosperar si el Estado no controla la economía. Es decir, si la economía está bajo el control de una abrumadora mayoría de privados. De lo contrario el control del Estado de la economía, inevitablemente, termina en control político autoritario. Ahora bien todo lo dicho no niega la necesidad de una reforma profunda en el capitalismo que incorpore desde una perspectiva libertaria los diversos temas en los que la izquierda ha llevado agua para su molino (Volveremos sobre estos temas)

¿Por qué entonces estos sectores pretenden apropiarse de las banderas liberales? Pueden existir varias razones. Desde una especie de confusión ideológica, por no haber procesado determinados balances hasta una simple estratagema de poder. Por ejemplo, los llamados caviares han actuado como soberbios marxistas en la reciente coyuntura: liderando a una mayoría nacional han decapitado a sus rivales en los sectores populares, han desorganizado el fujimorismo y han logrado encarcelar a la dirigencia fuerzpopularista. Algo así solo puede provenir del manual marxista o de una especie de neomarxismo que surgió luego de la caída del Muro de Berlín: se abandonaron los programas generales, se disolvieron los partidos y se dedicaron a tomar el control cultural e ideológico de las sociedades para ahogar el capitalismo desde temas sectoriales (medio ambiente, DD.HH., control de las judicaturas, entre otros)

En cualquier caso, nuestros amigos “liberales” con solo autoproclamarse liberales han abierto una ventanita interesante para el debate ideológico. Quizá el hecho de recurrir a un concepto ideológico al margen de las campañas electorales ya sea un mérito. Que empiece el debate, por favor.

 

Víctor Andrés Ponce
16 de enero del 2019

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