Muere Fidel y el debate prosigue

Los desafíos ideológicos a la libertad

La muerte de Fidel Castro, de alguna manera, cancela algunas deudas que el siglo XX tenía con el presente. De allí las enormes pasiones en las adhesiones y rechazos que se desatan en el planeta con este deceso. Castro no solo es uno de los supérstites de esa estirpe de dictadores que combinaba represión y cárcel con movilizaciones y apoyos populares masivos, sino también un protagonista clave de la Guerra Fría.  No solo convirtió la lucha antidictatorial de los cubanos en un asalto comunista de cinco décadas, sino que lideró la Guerra Fría en el mundo no desarrollado, desde América Latina hasta Asia y África.  No solo era rechazado en el mundo libre, sino que el culto a la personalidad lo convirtió en una especie de dios viviente para la izquierda latinoamericana.

El nombre de Fidel, más allá de los juicios de la historia, estará junto al de Stalin, Mao, Kruschev y Brezhnev, jerarcas comunistas del siglo pasado. La figura de Castro continuará envuelta en mitos y leyendas y los debates proseguirán. De allí la enorme importancia de combinar la crítica necesaria de la dictadura, de la represión y de la cárcel en que se convirtió la isla con el entendimiento del fenómeno, sobre todo para evitar nuevos asaltos a la libertad.

Castro y los comunistas cubanos fueron capaces de expropiar los conceptos de pueblo y nación, con los que se construyó el Estado y la democracia modernos, y ponerlos al servicio de una dinastía y la aristocracia comunista. Las ideas de pueblo y nación se inventaron para reemplazar la soberanía de reyes y noblezas, pero Castro legó el poder a su hermano y a los hombres de su confianza. Un poco más lejos, en Corea del Norte, Kim Il Sung organizaba otra dictadura que luego heredaría el hijo y luego el nieto. Si el barbado Marx o el afilado Lenin se levantarán de sus tumbas se preguntarían aterrados cómo así, en nombre del marxismo leninismo, se llegaron a organizar dinastías como en la época de reyes.

Pero, ¿cómo Castro y los comunistas expropiaron conceptos claves de la Ilustración? En el siglo XX, a la sombra de la Guerra Fría, las oligarquías latinoamericanas se apoderaron de los conceptos de democracia, mercado y libertad. De allí que la democracia no prosperara en la región. A diferencia de la democracia de Estados Unidos, la democracia de abajo hacia arriba de los padres fundadores, en América Latina se pretendió organizarla de arriba hacia abajo. Nunca echó raíces y murió con las estaciones.

Los defensores de la libertad en el Perú y el mundo deben aprender de esta lección una y otra vez. La democracia en política y el mercado en economía se inventaron para incluir a todos, absolutamente a todos, para no dejar a nadie fuera de los beneficios de estos sistemas. Cuando sucede algo diferente surgen los Mao y Fidel.

La muerte de Fidel desencadena una sensación de vuelta de página, de fin de la historia, de un pasado que no volverá. Gravísimo error. Las reacciones en contra de la libertad política y económica forman parte de la naturaleza de la propia libertad así como el anticapitalismo solo existe dentro del capitalismo.

Cuando la democracia y el mercado abandonan su naturaleza inclusiva la historia suele avanzar en zigzags, a dibujar círculos y a volver por las mismas líneas por donde antes transitó. Nadie creía que luego de la caída del Muro de Berlín, América Latina iba a vivir su propia guerra fría con Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa; nadie creía que con el desplome de la Unión Soviética se iba a desatar la resurrección de los fundamentalismos en el Medio Oriente; y nadie pensó alguna vez que en el estado continente del libre comercio iba a ganar Trump con un discurso nacionalista.

En síntesis la muerte de Fidel nos recuerda la interminable batalla ideológica que tienen por delante quienes pretenden defender la libertad. De lo contrario ya sabemos quiénes ganarán.

Víctor Andrés Ponce