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Los gestos y los diálogos

Los gestos y los diálogos
Víctor Andrés Ponce
06 de febrero del 2015

Sobre la necesidad del diálogo para superar la polarización política. 

Ante la sorpresa general de todos, Keiko Fujimori lanzó un tuit solicitando reunirse con el presidente Ollanta Humala porque el diálogo convocado por Ana Jara no estaba produciendo resultados. Sobre la marcha, la propia jefa del Gabinete dijo que el Presidente conversaba con todos los peruanos, mientras anunciaba que el próximo lunes iba a haber reunión con perro, pericote y gato. Pero el fujimorismo anunció que no iba a asistir porque Keiko había planteado una conversación a solas con el Presidente en tanto que el Apra ratificaba su negativa a participar en el cónclave. 

Más tarde se anunció que el propio Humala iba a participar en las conversaciones revelando un cambio con respecto a otros diálogos convocados por anteriores jefes de Gabinete: ahora el jefe de Estado colaboraba, no había declaraciones altisonantes que boicoteaban las iniciativas. Luego se conoció que la propia Nadine Heredia iba a participar en la convocatoria y todos entendimos que lo iba a hacer a nombre del nacionalismo. ¿Qué significa toda esta hemorragia a favor del diálogo? 

Es evidente que, de una u otra manera, los actores del espacio público empiezan a tomar consciencia de la gravedad de la situación y de la posibilidad de que se geste una crisis de gobernabilidad. Sin embargo, en una democracia poco acostumbrada a tender puentes a los rivales, nadie sabe cómo tomar el rábano por las hojas para construir ciertos acuerdos. Por ejemplo, en la convocatoria de Ana Jara se nota la búsqueda de la foto, de las cámaras, y eso podría ser interpretado como una estratagema del gobierno para presentarse tolerante y luego seguir con la polarización. 

¿Cómo se conversa en las democracias longevas? El diálogo político de los líderes de las democracias con relativa salud nunca reemplaza los acuerdos que se deben asumir en las cámaras, tal como lo establece la ley constitucional, sino que cualifica la conversación entre “los jefes” de los movimientos y partidos. Así se han ido solucionando las crisis de las grandes democracias y así se han gestado pactos emblemáticos como el de La Moncloa que fundó la España democrática. 

El gesto de Keiko de solicitar una entrevista a solas con el jefe de Estado recuerda más a las prácticas democráticas, pero, como se dice, hay mucho pan por rebanar para ver hasta dónde va la cosa. Por lo pronto, la audacia de Keiko ha descolocado a Alan García, quien en una reciente entrevista acentuó su perfil opositor y crítico del nacionalismo. Ante la posibilidad que se desate una crisis de gobernabilidad, la lideresa naranja aparece recogiendo el guante mientras Alan aparece priorizando su estrategia electoral. Sin embargo todo podría tratarse de la sola intención de presentar dos rostros, dos gestos, dos tonos de oposición al gobierno. En todo caso, el tiempo se encargará de aclarar las cosas. 

Pero quizá la gran noticia de esta especie de pronunciamientos a favor del diálogo tenga que ver con el hecho de que todos, ángeles y demonios, tirios y troyanos, empiezan a entender que la posibilidad de una crisis de gobernabilidad está a la vuelta de la esquina si el espacio público sigue siendo un ring de valetodo. 

Por Víctor Andrés Ponce
06 - Feb - 2015  

Víctor Andrés Ponce
06 de febrero del 2015

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