La criminalización de la política está en marcha

Una coalición de ONGs marxistas, encabezadas por IDL-Reporteros, ha conseguido una declaración de Miguel Atala en contra del fallecido Alan García a cambio de la liberación de Samir Atala —hijo del implicado— y del propio arresto domiciliario de Atala. Enseguida, los medios tradicionales —en un acto que ya forma parte de una tesis doctoral— se lanzan a linchar, a demoler, la memoria de un muerto que fue dos veces presidente de la República en comicios impecables, que convocó elecciones incuestionables y entregó el poder en todas las ocasiones de manera ejemplar.

Los fiscales Rafael Vela y Domingo Pérez —vinculados estrechamente a IDL-Reporteros— no solo se quedan allí, sino que avanzan un poco más: hay una “fuerza de choque en el Apra” que puede atentar contra Atala. Es decir, no solo van por Luis Nava y Atala, claramente comprometidos con la corrupción, no solo destruyen —sin mayores pruebas— la memoria de un ex mandatario democrático, sino que pretenden amenazar a un partido democrático, sin el cual no se puede explicar la historia del siglo XX y parte del XXI. Pero allí no queda la cosa. Los medios tradicionales, aterrados por la posibilidad de que los poderes elegidos vuelvan a ejercer sus funciones —como, por ejemplo, derogar las leyes que criminalizan la política y regular la publicidad estatal— se lanzan de manera frenética a linchar a un muerto. Atala no ha presentado los retiros de sus cuentas con las que supuestamente pagó a García, pero el ex presidente aprista se ha convertido en un corrupto sin más ni más.

La turba se levanta y los fiscales que detienen a los políticos —sin acusación fiscal ni juicio oral— se convierten en “héroes de la lucha anticorrupción”, pese a que no han formalizado acusación contra nadie. Los linchadores de redes—profesionales que surgieron con el nadinismo y se mantienen, incluso, desde el extranjero— pretenden linchar a los periodistas y a las voces que disienten de la mayoría. Algunos de ellos piden derribar las estatuas de García y reemplazarlas por las de los fiscales que no han acusado a nadie hasta ahora.

Todo esto sucede mientras Keiko Fujimori y la dirigencia Fuerza Popular permanecen en la cárcel sin que nadie sepa las razones. Las últimas declaraciones de Jorge Barata, simplemente, la exculpan; pero sigue encerrada. Igualmente, el ex presidente Kuczynski está con detención domiciliaria en una clínica local, pero no hay acusación fiscal ni juicio oral. Y de seguro se vienen las detenciones de Ollanta Humala, Nadine Heredia y Susana Villarán, también sin acusaciones fiscales ni juicios, para que el sector que cuestiona a los fiscales vinculados a IDL-Reporteros también se sume a los aplausos.

Amigos lectores es el reino del terror judicial. En la revolución bolchevique León Trotsky inició el terror contra los enemigos de la revolución: una combinación de juicios abiertos, aplausos de las masas y una lógica indetenible. Trotski terminó con el cráneo destapado por el propio terror que inició. Lo mismo le pasó a Robespierre en la Revolución francesa. Y lo mismo sucederá en el Perú, si no detenemos esta barbarie que ha terminado criminalizando la política.

Las leyes aprobadas sobre lavado de activos y crimen organizado durante el nadinismo no se pueden aplicar con extrema ligereza a los partidos políticos, que son organizaciones únicas de una democracia, que no son empresas que buscan rentabilidad ni menos personas individuales. Cuando un sistema judicial puede criminalizar de esa manera a los partidos en una República, entonces el comunista, el marxista que controla el Poder Judicial criminalizará a sus adversarios.

Amigo empresario, amigo periodista, amigo intelectual, amigo ciudadano, hoy son los políticos, mañana serán los periodistas incómodos, tal como Gustavo Gorriti pretendió hacer con el famoso “Chat de la Botica”. Mañana también será el empresario que financia legítimamente a un partido o un proyecto contrario a la alianza de ONGs marxistas y medios tradicionales que controlan el sistema judicial. Mañana serás tú, simple ciudadano.

Es hora de detener el terror. Es hora de convocar a la sociedad, a la nación. Mañana será tarde.