LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¿Jefe de gobierno habemus?
Gestos audaces de Zavala con el fujimorismo
El gesto de Fernando Zavala, presidente del Consejo de Ministros (PCM) de solicitar disculpas a Luz Salgado, presidenta del Legislativo (por las declaraciones del presidente, en las que señalaba que iba a jalarse a treinta congresistas de Fuerza Popular), inevitablemente lo posicionan como un verdadero jefe de Gobierno de la nueva administración PPK. El gesto de Zavala es un verdadero parteaguas en la conducta del pepekausismo, porque revela la conclusión a la que llegaría cualquier demócrata: que es imposible la gobernabilidad y el éxito de la administración PPK sin la colaboración de la mayoría fujimorista. Atrás entonces deberían quedar las incontinencias verbales del jefe de Estado y el hielo de Keiko Fujimori luego de las elecciones nacionales.
Ahora bien, la idea del jefe de gobierno es un atributo exclusivo de las democracias parlamentarias en las que las mayorías legislativas de los parlamentos eligen al primer ministro, mientras las funciones de jefe de Estado son reservadas para el monarca o para un presidente elegido (como sucede en el caso francés). En el parlamentarismo, el jefe de gobierno concentra la iniciativa política; en el presidencialismo, el jefe de Estado. Nuestro régimen político es un híbrido entre el presidencialismo (jefe de Estado electo por sufragio) y el parlamentarismo (voto de investidura ministerial, interpelación y censura de ministros).
Sin embargo nuestro sistema no contempla explícitamente la figura del jefe de gobierno. ¿Por qué entonces Zavala empieza a aparecer como un PCM con iniciativa propia? Por la sencilla razón de que las elecciones nacionales han producido una especie de absurdo constitucional: la existencia de una mayoría legislativa absoluta del fujimorismo y un gobierno extremadamente frágil de la tercera bancada del Congreso. De alguna manera la forma cómo se han constituido el Ejecutivo y el Legislativo es “el producto más completo” de la polarización antifujimorismo versus fujimorismo, que envenena la democracia desde hace quince años.
La posibilidad de un jefe de gobierno entonces no está naciendo de una apuesta teórica sino de una necesidad ineludible. ¿Por qué? La polarización a la que nos referimos ha impedido una cumbre entre PPK y Keiko Fujimori que, en cualquier sistema político con relativa salud, ya se habría producido antes de ayer. Pero la destructiva polaridad impide esa audacia política.
En ese contexto, emerge la figura de Zavala como el verdadero puente entre el pepekausismo y el fujimorismo, para organizar la gobernabilidad. Y solo se puede hacer las veces de puente si se está investido de plenos poderes políticos. Y las disculpas a Salgado nos parecen revelar que el nuevo PCM tiene esos atributos para actuar. Si bien es cierto que las disculpas tienen que haber sido consultadas con PPK, es evidente que la iniciativa debió provenir del propio Zavala o de alguien con mirada superior al promedio.
Las disculpas y el gesto previo de Zavala de saludar a los 73 integrantes de Fuerza Popular en la ceremonia de Fiestas Patrias, nos revelan que está surgiendo una interesante figura política en el país. Y es una tremenda noticia para la administración PPK, de la que se suele decir que tiene mucha macroeconomía, pero escasa política.
El ejercicio de una democracia que avanza hacia su quinta elección nacional sin interrupciones plantea situaciones que ningún constituyente previó. Es el caso de una mayoría absoluta legislativa frente una administración demasiado frágil. Sin embargo cuando la democracia perdura se hallan soluciones para los problemas: quizá sea hora de empezar a discutir con seriedad la figura de un jefe de gobierno.
Víctor Andrés Ponce
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