¿Capitalismo popular anti establishment?

El fujimorismo empieza a precisar su estrategia

Paso a paso, Keiko Fujimori ha posicionado con nitidez su candidatura hacia el 5 de junio. El movimiento naranja pretende representar a los sectores D y E —que deciden una elección nacional— y pelear el C para aumentar las posibilidades. Hasta el momento la estrategia le ha permitido recuperar la delantera en las encuestas. Por su lado, PPK se ancla en el A y B, y mantiene la primacía en el C.

La novedad evidente es que Keiko se ha envuelto con banderas populistas y ha decidido representar el humor anti establishment del país. No solo va al Cusco y habla de renegociar el gas, se dirige a la familia policial anunciando que mantendrá el 24X24 y asume las demandas de los mineros artesanales, sino que tiene la audacia de viajar a Cajamarca y anunciar que recogerá algunas ideas de Gregorio Santos.

Tratar de representar un humor anti establishment revela que hay una buena sociología. El crecimiento económico que ha reducido pobreza como nunca se hizo sin Estado, pero han surgido dos velocidades para crecer y reducir la pobreza, a nivel nacional y en los propios departamentos. Semejante realidad desató una enorme diferenciación social, y un gran sector de la población está irritado con el abandono estatal. A ese universo emocional apunta Keiko, y si ella gana a los sectores D y E del sur habrá ganado la elección.

Todo parece indicar que Keiko no solo pretende representar el humor anti establishment, también intenta dejar en claro que la crítica al orden existente busca preservar y profundizar la economía de mercado. El jale de Hernando de Soto con el apoyo de los mineros artesanales en Nazca apunta en esa dirección, y le otorga a la estrategia anti establishment el sentido del movimiento emergente popular y capitalista que busca ser representado en el Estado. Si las cosas fueran así habría nacido un impulso antisistema desde los propios defensores de la economía de mercado y, por lo tanto, se organizaría un debate intelectual sin precedentes con la izquierda y una disputa sin cuartel con los activistas de izquierda por la representación de las sociedades emergentes, las comunidades y localidades.

¿Qué puede significar una prédica anti establishment desde el capitalismo popular? Reconocer que las sociedades emergentes están excluidas de la legalidad por responsabilidad del Estado. Si nos aproximamos a los hechos desde ese punto de vista, detrás del persistente voto radical de los puneños veremos una sociedad de empresarios y de mercados extremadamente agresivos que suele votar en contra del Estado, pero no necesariamente en contra de la libertad económica. En Puno, por ejemplo, ninguna mujer acepta el empleo de trabajadora del hogar, porque ellas tienen dos o tres negocios. En otras palabras, ahí todos son emprendedores.

Hablar de capitalismo popular también debería significar reconocer que la macroeconomía y la inversión privada en los últimos años han sacado nota sobresaliente en crecimiento y reducción de la pobreza. Pero ahora se trata de construir un Estado nacional que incluya a los excluidos, que no necesariamente son pobres, pues estamos en una sociedad con cada vez menos pobreza. No se puede seguir creciendo a tasas altas para reducir pobreza solo con buena macroeconomía y sin Estado nacional.

Pero quizá lo más importante: crecer sin Estado, sin contrato social, sin una sociedad de derechos para todos, tarde o temprano, posibilitará el triunfo anticapitalista, tal como sucedió en los países bolivarianos. Si el fujimorismo ha asumido conscientemente su identidad anti establishment desde el capitalismo popular, desde las sociedades emergentes, entonces es hora de evitar concesiones innecesarias a la izquierda. De otro lado, la zurda habrá encontrado a una poderosa némesis. Si las cosas son así la izquierda tiene más de una razón para su cerril antifujimorismo.

Víctor Andrés Ponce