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Alberto, Kenji y Fuerza Popular
Reflexiones sobre las diferencias en el fujimorismo
Reflexiones sobre las diferencias en el fujimorismo
Si hoy el posible indulto a Alberto Fujimori está en la agenda nacional, no solo es por el deterioro de la salud del ex jefe de Estado, sino también por la fuerza política que alcanzó el fujimorismo en la última elección nacional. No obstante el veto de un sector país —con influencia en el Estado— que busca excluir a Fuerza Popular del sistema democrático, hoy el movimiento naranja es largamente la primera fuerza política.
Kenji Fujimori aparece hoy como el engreído de un sector de la prensa, lo que solo se explica por una razón: por la mayoría absoluta que Fuerza Popular ha alcanzado en el Congreso. En otras palabras, lo que pretendemos señalar es que si ahora Alberto y Kenji forman parte de la actualidad nacional es por el intenso trabajo político que desarrolló el fujimorismo en los últimos quince años de democracia, que le posibilitó participar en dos segunda vueltas electorales y lograr una mayoría absoluta en el Legislativo. Semejantes logros sucedían mientras el ex presidente Fujimori permanecía recluido.
Es innegable que los logros actuales de Fuerza Popular tienen mucho que ver con la herencia política, económica y social del régimen de los noventa, pero considerar que el actual movimiento fujimorista es un epifenómeno de Alberto Fujimori es renunciar a la sociología y a cualquier análisis desapasionado.
¿Puede un movimiento que se ha fraguado en los últimos quince años de democracia ser el resultado directo de los noventa? A luz del pronunciamiento de Alberto Fujimori y el rebote mediático con respecto a la suspensión de los derechos partidarios de Kenji por sesenta días, todo parece indicar que así lo creen el ex presidente de los noventa, los entusiastas albertistas y los sectores del extremismo antifujimorista que buscan la escisión de Fuerza Popular.
Más allá de las razones de las diferencias en el fujimorismo, es evidente que la conducta de Kenji busca cuestionar la línea oficial del fujimorismo y, al margen de cualquier voluntad, solo afirma una idea: que el fujimorismo es casi sinónimo de una dinastía. De allí las libertades partidarias del menor de los Fujimori. Y, bueno, si se trata de una dinastía, Kenji puede ignorar la línea de Fuerza Popular. Y, finalmente, en las dinastías los jefes son los patriarcas. Es decir, don Alberto. No hay discusión.
Sin embargo la sanción a Kenji por sesenta días nos indica claramente que en Fuerza Popular no se va aceptar este criterio. El pronunciamiento de Alberto a favor de Kenji y la respuesta firme de Keiko Fujimori nos revelan que las diferencias van en serio. En este contexto, la expulsión de Kenji y el surgimiento de una facción albertista que se desarrolle su propia organización es cuestión de tiempo.
No obstante el yerro del ex presidente de los noventa y de sus principales seguidores es considerar que el tiempo no avanza y que los procesos políticos pueden subordinarse a la voluntad del caudillo. Sobre todo cuando ha surgido una novedad en democracia, como Fuerza Popular, que sobrevivió a la carcelería del líder, al veto antifujimorista, y a la inexperiencia de una nueva generación de fujimoristas que cometieron muchos errores, y sobre los cuales cabalga la estrategia del ex jefe del Estado de los noventa.
En los últimos días la media intentó desentrañar quiénes estaban detrás de la estrategia de Kenji. El apasionamiento antifujimorista los llevó a sobredimensionar muchas cosas. Hoy todo indica que detrás de Kenji estaba don Alberto, el patriarca. Por ejemplo, cuando Kenji jugaba al límite de la institucionalidad partidaria y relativizaba todos los referentes institucionales de Fuerza Popular, ¿acaso no reproducía la misma lógica del golpe del 5 de abril? Cuando Kenji exageraba el histrionismo y jugaba con las imágenes del hombre araña y el luchador de jiu jitsu, ¿acaso no revelaba la misma desesperación que llevó a su padre al grave error de postular al senado japonés?
En todo caso, luego del trámite de estas diferencias, el liderazgo en Fuerza Popular será uno solo y existirá un solo fujimorismo. Así sucede cuando el pasado autoritario pretende imponerse sobre una fuerza que actúa en democracia. Por ejemplo, así pasó con la emergencia del Partido Popular en España y la escisión del franquismo más duro.
Víctor Andrés Ponce
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