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Se consolida plataforma de editoriales y columnas
Cuando se lanzó El Montonero en un país donde los proyectos editoriales, generalmente, solo sobreviven si es que cuentan con sólidas espaldas económicas y políticas, los animadores de este portal solo tenían dos ideas claras: una línea editorial en defensa de la democracia y el mercado y una explícita voluntad de convocar a los intelectuales más destacados de las diferentes corrientes políticas e ideológicas del país. Lo demás era incertidumbre.
Sin embargo el número de lectores y visitas a nuestro Portal –que se expresan en las estadísticas de Google- y la voluntad de diversas instituciones en colaborar con el proyecto, nos permitieron remar este primer año y consolidar un proyecto que hoy estrena un nuevo diseño de web y se propone convertir en un portal que concentre editoriales y columnas de opinión para elevar la calidad del debate del espacio público y cultural.
Es para todos evidente que El Montonero tiene mucho de periodismo en la medida que sus editoriales responden a la coyuntura y, sobre todo, debido a la pluralidad de sus columnistas. Pero también tiene algo de think tank porque la defensa de las libertades políticas y económicas frente a las narrativas y relatos estatistas y autoritarios demanda una cierta investigación y recolección de información. Nadamos entonces entre las aguas de la comunicación y el debate ideológico.
En esa medida El Montonero ha demostrado que no se propone competir con los medios tradicionales de la prensa, la radio y la televisión, sino, por el contrario, ayudar a equilibrar la balanza del debate ideológico que en el Perú está demasiado inclinada hacia el lado izquierdo del espectro.
En las sociedades abiertas donde florecen y prosperan las libertades, al lado de los grandes medios tradicionales de comunicación crecen y se desarrollan think tanks y medios de información alternativos que desarrollan la confrontación de ideas y que, de una u otra manera, moldean los sentidos comunes del debate público y cultural.
En el Perú, con gran sentido estratégico, la izquierda ha sobrepoblado el debate de las ideas no obstante su irrelevancia política y electoral. De allí que el empresario antes que un activista o héroe del progreso haya sido demonizado como la fuente de los grandes males nacionales, de allí que las inversiones mineras se detengan por los relatos seudo-ambientalistas, de allí que intelectuales que defienden criterios ideológicos y de facción pretendan aparecer como “lo académico y lo científico” en el debate del espacio público.
El Montonero entonces se ubica en estas encrucijadas en un momento en que el país pugna por consolidarse como una sociedad abierta. Somos optimistas en la apuesta. Si bien la revolución digital entraña peligros es un espacio infinito para fomentar la radicalización de las libertades políticas y económicas porque, en el universo de las redes, todos leemos y escribimos al mismo tiempo. En este contexto, la posibilidad de una ciudad letrada que excluía de la palabra a la mayoría se vuelve lejana.
La preferencia de los lectores obliga a ir mejorando. Esperamos estar a la altura de las expectativas.
¡Que los montoneros de la libertad sigan cabalgando!
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