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Las posibilidades de Guzmán y el fallo del JNE
La resolución del pleno del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) que ratifica en segunda instancia la decisión del Registro de Organizaciones Políticas (ROP), que declara improcedente la inscripción de Todos por el Perú por no cumplir el plazo establecido y el quórum respectivo en la modificación del estatuto y la elección del Tribunal Electoral, debe ser respaldada por todos y acatada por todas las instituciones
El registro de Todos por el Perú no procede según el JNE. La consecuencia directa e inmediata es que la inscripción de la plancha de Julio Guzmán tampoco procede. La instancia encargada de realizar este pronunciamiento es el Jurado Electoral Especial de Lima. El movimiento de Guzmán podría presentar un recurso de apelación extraordinario ante el propio JNE y allí termina la historia. Sin embargo, parece inconcebible que el JNE pueda desdecirse de todo lo actuado con el último recurso de Todos por el Perú. Sonaría a locura y a destrucción institucional del propio JNE.
La reacción de Guzmán ante el fallo del JNE ha sido el de convocar a una marcha por la democracia, quizá soñando con reeditar el famoso “manguerazo” de Fernando Belaunde, pero olvida algo fundamental: el Perú es una democracia plena, que ha desarrollado tres procesos electorales nacionales impecables y varios comicios a nivel local y regional.
El nuevo JNE que surgió luego de la caída del Fujimorato fue ganando un prestigio institucional incuestionable que nunca había sido puesto en entredicho hasta hoy. Guzmán convoca a “las masas” creyendo que el Perú es el Perú de Odría de los cincuenta, en donde se marginaban a movimientos y políticos, según los intereses de la dictadura. Y eso no es verdad. Tarde o temprano, el elector registrará el terrible error del candidato morado.
Ante la decisión del JNE solo cabe la prudencia y el ejercicio de las prerrogativas institucionales. Nada más. El señor Guzmán tiene que entender que las reglas y las instituciones no empiezan con él y no puede intentar enturbiar el proceso democrático con recursos ante el Tribunal Constitucional, que no tiene ninguna competencia electoral, ni a la justicia internacional porque en el Perú la democracia y la libertad se desarrollan a plenitud.
Las reacciones de Guzmán pueden ser entendibles debido a su juventud y falta de experiencia. Debemos esperar que baje la adrenalina. Finalmente, la improvisación nos lleva a creer que la historia empieza y termina con uno. Sin embargo, si continuarán las presiones contra las instituciones y las amenazas de envilecer un proceso electoral con denuncias ante la justicia internacional, el candidato Guzmán pondría en riesgo todo el capital político que ha acumulado.
Cuando se habla entonces de amenazas a la democracia vale interrogarse sobre de dónde provienen éstas. ¿De las instituciones que aplican la ley o de los candidatos que no la acatan? Si hoy prosperan las presiones de Guzmán, mañana César Acuña, el candidato millonario por excelencia, inundará de billetes a los distritos populares intentando comprar consciencias. Y si eso pasa el dinero más oscuro podría inundar la democracia y liquidarla por dentro.
Ante esta situación, los peruanos ni el JNE pueden temblar, porque tiembla la democracia.
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