A pesar de la revolución digital y la revolución en las ...
Las bancadas comunistas del Congreso y las corrientes progresistas han desarrollado una alianza para organizar un relato acerca de que el proceso insurreccional terminará solamente con el adelanto electoral. En otras palabras, si se aprueba el adelanto para mañana o pasado mañana, entonces la paz y la estabilidad están aseguradas.
Sin embargo, todos sabemos que las bancadas comunistas, que suman alrededor de 44 votos en el Legislativo, votarán en contra del adelanto electoral para el 2024, argumentando que no se considera un referendo para consultar sobre una asamblea constituyente. En otras palabras, existe una alta posibilidad de que no se apruebe la reforma constitucional para adelantar las elecciones ni siquiera para el 2024.
¿Por qué las bancadas comunistas actuarían de esta manera? Porque estos sectores no creen en el Estado de derecho y están buscando dinamitar la democracia para instalar una constituyente. Si el Congreso adelanta los cronogramas a tontas y locas, y no se alcanzan los votos (por el boicot comunista), en ese momento el adelanto general de elecciones podría convertirse en la leña y el combustible, y la actual ola insurreccional que observamos se multiplicará varias veces. En otras palabras, las bancadas comunistas habrán demostrado su maestría leninista frente una derecha asustada y sin moral republicana. Una trampa digna de ser registrada en los manuales de la táctica bolivariana y cubana.
La idea de que la insurrección contra la Constitución y el Estado de derecho se aplaca con el adelanto electoral es una fábula que han inventado las corrientes comunistas con el entusiasta apoyo de un progresismo que, una vez más, pretende utilizar una grave crisis republicana para capturar el poder haciendo de bisagra entre el bien y el mal. En ese contexto, el progresismo se ha convertido en una especie de propagandista de la ola insurreccional bolivariana contra el Estado de derecho. Estos sectores, incluso, hasta tienen sus propios presidentes de transición. Estremece la frivolidad.
Si la violencia insurreccional –que se expresa en ataques a comisarías e intentos de destruir aeropuertos– no es parte de un plan de las vanguardias comunistas del eje bolivariano, entonces, el adelanto general podría ser el inicio de todas las soluciones. Pero todos sabemos que la ola insurreccional, que ha sido un proceso de minorías y vanguardias, en donde las mayores movilizaciones no han pasado de 5,000 ciudadanos –como ha sucedido en Lima–, es parte de una estrategia, una táctica y un plan operativo que debe culminar en la asamblea constituyente. De allí que lo más probable es que las bancadas comunistas del Congreso terminen bloqueando el adelanto electoral como una manera de hacer arder el país.
Por todas estas consideraciones, los demócratas y republicanos, no deben abandonar en ningún momento el principio general de la defensa del Estado de derecho y considerar el adelanto electoral como uno de los requisitos más de una transición y de la estabilidad del país. En cualquier escenario, el sistema republicano necesita derrotar a las vanguardias comunistas que pretenden destruir el Estado de derecho para tomar el poder a través de una asamblea constituyente.
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