Editorial Política

¡Enfrentar con firmeza al populismo!

Los políticos y la demagogia para la semana

¡Enfrentar con firmeza al populismo!
  • 12 de agosto del 2020


El Perú enfrenta el avance de la pandemia del Covid-19 y la alta letalidad, en medio de la gravedad de una recesión que destruirá más del 15% del PBI, destruirá más de tres millones de empleos e incrementará la pobreza hasta casi el 30% de la población. Los economistas, además, señalan que cerca del 20% de las actuales clases medias quedarán en situación de vulnerabilidad. Es decir, a un paso de caer bajo la pobreza. Es evidente, pues, que alrededor del 50% de la población enfrentará carencias y problemas económicos.

Semejante situación se desarrolla en medio de la más grave crisis política e institucional de las últimas dos décadas. Si sumamos los yerros que acumula el Ejecutivo y las oleadas populistas en el Congreso, no es exagerado sostener que la actual élite política es la más limitada de las últimas décadas, resultado directo del referendo pasado que impulsó la reforma de la Constitución a tontas y locas, y que culminó con el cierre del Congreso. 

A esta situación habría que agregar que, en el último año del periodo constitucional, los partidos políticos comienzan a organizarse para participar en las próximas elecciones generales. Considerando el aumento de la pobreza y la calidad de la élite política –sobre todo por la bárbara prohibición que evitó la reelección parlamentaria– es lógico preguntarse si los actores estarán en condiciones de resistir la tentación populista para ganarse el aplauso de la semana.

La pandemia y la recesión desatan los huracanes populistas. En el Ejecutivo se promulgó un decreto que violó la Constitución, los contratos y las leyes nacionales: se obligó a los centros educativos privados a presentar sus costos fijos y variables y a negociar con los usuarios. De otro lado, el propio jefe de Estado desarrolló un amague de estatización de las clínicas y promovió la regulación de los precios de las medicinas. En el Congreso se aprobó el retiro del 25% de las cuentas individuales de las AFP y se aprobó una ley que suspendía el pago temporal de los peajes que, igualmente, viola la Constitución y las leyes nacionales. Pero lo más grave quizá estaría por venir: existen iniciativas que plantean control de precios en las pensiones educativas, retiros que descapitalizarán el sistema privado de pensiones, retiros de fondos de la Organización Nacional Previsional que acrecentarán el déficit fiscal y propuestas que buscan congelar los pagos de los intereses bancarios.

En otras palabras, en medio de la devastación que deja la pandemia, la República enfrentará un terremoto populista. Los sectores republicanos tienen la obligación ineludible de enfrentar y salvar los activos institucionales, económicos y sociales de las últimas tres décadas. Si estas propuestas pasaran, de una u otra manera, los populistas, los colectivistas y los comunistas tomarían el poder, sin necesidad de ganar una elección.

¿Por qué planteamos esta tesis? Si se regulan los precios de las pensiones educativas –contra la Constitución y las leyes–, ¿por qué no se tendrían que regular los precios de las medicinas, las tasas de interés y los precios de los alimentos básicos? Un solo control de precios abriría una caja de Pandora que desencadenaría una ola de quiebras en el sector privado, ya sea colegios, farmacias, bancos o empresas en general. En este contexto, la única salida es la estatización de los sectores. ¿O no? El populismo despistado, pues, juega con fuego y combustible de alto octanaje. Muy por el contrario, el colectivista y el comunista tienen plena consciencia de que dinamitan la libertad económica y la libertad política.

Con una economía quebrada, con una ola de quiebras y cierre de empresas, en medio de un aumento general de la pobreza, es incuestionable que los proyectos populistas y autoritarios estarán su garbanzal, como se suele decir. El huracán populista será tan fuerte que la sociedad comenzará a esperar al caudillo providencial, aquel que ya ha destruido varios países en América Latina. Defender al sector privado no es, pues, defender a la empresa o a un determinado sector. En realidad, es defender el principio de todas las libertades modernas que nacieron cuando el rey o el Estado perdieron el control de la economía, a favor de los privados.

  • 12 de agosto del 2020

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