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El burocratismo y el estatismo de la propuesta del Minedu
La reforma universitaria del ministro de Educación (Minedu), Jaime Saavedra, y del gobierno nacionalista, ha ingresado a un callejón sin salida. A la evidente e innegable crisis de la universidad pública se agregó una peligrosa desorganización institucional: en San Marcos, Uni, Pedro Ruiz Gallo de Chiclayo, los diferentes grupos han quebrado el respeto institucional que existía y, de pronto, sindicatos a los que les importa un comino la calidad académica, grupos políticos e, incluso, los radicalismos que ensangrentaron el país en los ochenta, comienzan a cuestionar a las autoridades transitorias.
El ensoberbecimiento del ministro por un circunstancial respaldo mediático lo llevó a querer resolver una interpretación en debate sobre los plazos de las autoridades de las universidades públicas con amenazas del MEF y la Contraloría y allí están los resultados. Pero ahora el ministro anuncia que, en dos meses, la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu), dependiente del Minedu, enfilará contra las universidades privadas. ¿De qué reforma universitaria se trata donde los claustros públicos y privados parecen convertirse en enemigos?
El ministro argumenta que la cachiporra se justifica por la calidad. Entonces preguntamos:
¿Por qué se pretende bloquear el esfuerzo de 3 mil comités de calidad de colegios, institutos y universidades, que buscan a acreditarse según los estándares establecidos por el Sistema Nacional de Evaluación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE)?
Fotografía: andina.pe
Nadie entiende cómo alguien puede oponerse al primer movimiento nacional por la calidad que surge en nuestra historia republicana. Nadie.
Lo que sucede es que Saavedra solo cree en el control y en el control de su sector y de sus burócratas. En su concepción solo sus funcionarios deberían establecer la acreditación y la calidad del sistema educativo. La idea de un proceso de abajo hacia arriba, que movilice escuelas, profesores y autoridades, de acuerdo a estándares previamente establecidos y controlados por la sociedad es algo impensable. Allí está la madre del cordero.
Y, además, Saavedra es estatista y no le gusta la inversión privada en la educación. Ya ha excluido a la educación básica de los procesos de acreditación y la tirria en contra de los 3 mil comités de calidad tiene que ver con que las universidades privadas de excelencia llevan la delantera en estos procesos.
Saavedra se opone a los procesos de acreditación del SINEACE porque pretenden reemplazarlo por otro organismo, pero, ¿cuál? Las mayorías políticas del país que se expresan en el Congreso, a estas alturas, de ninguna manera van a avalar una propuesta para crear un nuevo sistema de acreditación. La naturaleza burocrática y estatista de la reforma de Saavedra ya está desvelada.
La reforma liberal de Córdova en 1918 estaba asociada a ideas fuerza: crítica a la universidad aristocrática y excluyente, el derecho a tacha y el fin de la cátedra vitalicia y el cogobierno estudiantil. ¿Cuáles son las ideas fuerzas de Saavedra? Control, control, y más control. Si bien la propuesta de Saavedra tiene respaldo mediático y apoyo de la opinión pública el debate irá demostrando que el estatismo no es la solución para la crisis de la educación. El Montonero no cejará en opinar sobre este tema, porque en una economía libre no puede haber sectores excluidos del mercado. La involución de Chile empezó de esta manera.
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