¡Sunat: enemiga del contribuyente!

Uno de los grandes retos de la nueva administración.

Diversos economistas han señalado que debido al déficit fiscal (que sobrepasa el 3% del PBI), la caída de la recaudación y el incremento de la deuda pública la administración PPK debería postergar su paquete tributario hasta el próximo año para observar cómo se desenvuelve la economía. La idea de rebajar un punto del IGV —que representaría S/. 3,000 millones menos para el fisco— simplemente pone los pelos de punta a algunos.

Sin embargo uno de los aspectos en que todos los economistas coinciden es que una manera diferente de concebir la actuación de la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat) podría ser fundamental no solo para aumentar la recaudación tributaria, sino también para avanzar en la formalización del país.

En el Perú las grandes, medianas y pequeñas empresas, y los empresarios formales e informales, han definido a la SUNAT como el terrible enemigo a sortear. Hay casos emblemáticos, que se han conocido a través de la media, en los que se ha demostrado que no solo ha arruinado a empresas sino también vidas y familias enteras. En general en el mundo emergente, ya sea en Gamarra o en Juliaca, la autoridad tributaria es el gran adversario al que hay que enfrentar. La sensación es aterradora: no se puede hacer empresa por culpa del Estado. En esta realidad, ¿cómo plantearse objetivos en cuanto a formalización? En este contexto, el nombramiento de Víctor Shiguiyama, reconocido y calificado profesional, como nuevo superintendente genera un gran optimismo.

Sin embargo, es necesario entender el porqué la Sunat se convirtió en el peor enemigo de la empresa en el Perú. Es incuestionable que el hecho de que solo el 30% de las empresas tribute en el país genera un círculo vicioso, sobre todo en un Estado que sigue expandiendo el gasto. Si el gasto aumenta la autoridad tributaria tiene que exprimir cada vez más al reducido número de contribuyentes, consolidando la imagen de que es imposible hacer empresa dentro de la formalidad.

Pero eso no es todo. La voluntad de apretar a los pocos contribuyentes también se expresa en lo siguiente: la abogada María Eugenia Yábar ha informado que el año 2009 cinco entidades recaudadoras de multas del Estado impusieron sanciones por S/. 519 millones, mientras que en el 2015 llegaban a los S/.1,183 millones. En otras palabras, la recaudación bajaba, pero las multas se incrementaban.

Ahora bien una movilización a favor de las sanciones de la autoridad tributaria requiere un escudo legal. Según ha detallado el periodista Pablo O’Brien, durante la administración nacionalista de la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria, la Ley de Fortalecimiento de la Sunat permitió que se establecieran bonificaciones por función crítica y función riesgosa de hasta S/. 1,800 mensuales, un monto adicional a otros incentivos que posibilitaba ganar dos sueldos más al año.

También existía un bono por función directiva que podría duplicar el sueldo de cualquier trabajador. La pregunta que surge es ¿qué trabajador o funcionario no estaría dispuesto a cometer abusos con los contribuyentes frente a semejantes incentivos perversos? O’Brien señala que estos bonos eran otorgados a discreción por los directivos de la Sunat, de modo que era fundamental mantenerse congraciados con los altos funcionarios.

Uno de los grandes retos de la nueva administración PPK es cambiar el espíritu de la Sunat no solo para incrementar la recaudación, sino también para dar pasos sólidos hacia la formalización. La autoridad tributaria debe ser amiga del contribuyente y jamás el enemigo a enfrentar. Avanzar en ese camino implica abandonar la voluntad de seguir expandiendo el gasto fiscal sobre la base de un reducido número de contribuyentes.