Los proyectos antisistema en el Perú, incuestionablemente, se p...
Ya para nadie es una sorpresa que la crisis sanitaria generada por el Covid-19 llevará la economía nacional a una recesión sin precedentes. No obstante, si alguna reflexión debemos sacar de toda esta crisis es que el Perú no podrá salir de ella sin una serie de reformas; entre ellas la de algunos servicios básicos, como la gestión del agua potable, que hoy está en manos de una burocracia que impide que millones de pobres tengan acceso al agua potable.
Desde este portal siempre hemos promovido la privatización de Sedapal, así como de todas las empresas públicas de agua potable y alcantarillado a lo largo y ancho del país. Y lo hemos promovido porque consideramos que solo abriendo este sector a la inversión privada –es decir, creando un mercado del agua potable– los pobres tendrían cobertura y dejarían de pagar más de 10 veces el precio con respecto a los barrios mesocráticos.
Si bien hoy, en medio de la emergencia nacional, salta esta debilidad estructural, también es una inmejorable oportunidad para abrir un debate sano y sin populismos de ninguna índole. Por ahora todos los números son negativos. Así, hoy existen más de siete millones de personas sin acceso al agua potable y sistemas de alcantarillado. Además, como dijimos arriba, una familia pobre paga entre S/ 10 y S 15 por metro cúbico de agua, en tanto que en una zona exclusiva se paga en promedio S/ 2.
Por ejemplo en Chiclayo, sede la región con más casos de Covid-19, cerca de 1,000 familias que viven en las periferias no tienen agua potable, elemento indispensable para la prevención de la pandemia. No obstante, en las áreas rurales y campesinas la situación es peor. En el Perú existen 55 pueblos indígenas, y de ellos solo el 48% tiene conexión a un sistema de desagüe. Más del 30% no cuenta con agua potable.
Sin embargo, el Estado parece andar en una nube. De hecho, la Asociación de Fomento a la Infraestructura Nacional (AFIN) indicaba que la brecha en agua potable superaba los US$ 1,000 millones. ¿Cómo cerrar semejante brecha sin el concurso de la inversión privada?
Ahora, el problema ya no solo es la cobertura del líquido elemento, sino también su calidad. Hoy las aguas que se reparten (para luchar contra la pandemia) a través de los camiones cisternas en las zonas populares de Lima tiene presencia de coliformes fecales y organismos vivos. ¿Se imaginan que algún servicio como la electricidad o la telefonía funcione de manera deficiente en medio del caos de la pandemia? ¿Es factible que los pobres del Perú tomen agua contaminada y paguen por ello?
Hay una verdad del tamaño de una cordillera: como está el Perú no funciona. El Gobierno de Martín Vizcarra debe impulsar y liderar una ola reformista para que junto con la inversión privada pongan en marcha la recuperación del Perú. Eso solo se hará con las reformas de mercado.
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