El Perú, en términos institucionales y económicos...
El Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto de cobre Tía María (en Arequipa) vence en agosto de este año, y el Ejecutivo está en la obligación política y moral de otorgar la licencia de construcción a este emprendimiento minero. De lo contrario, el EIA volverá a fojas cero y el esfuerzo de años —en la elaboración del documento, en consulta con la población y los organismos del Estado— no habrá servido para nada.
La licencia de construcción de Tía María no solo es importante porque este proyecto representa una inversión de US$ 1,400 millones, que posibilitará 9,000 empleos durante los dos años de construcción de la mina (3,600 directos y 5,400 indirectos) y 4,200 durante los próximos 20 años, sino también porque significará un hito en el reinicio de los ciclos virtuosos en las inversiones en cobre. ¿A qué nos referimos? Si bien hoy el Perú produce 2.5 millones de toneladas métricas de cobre (TMC), con los proyectos en ejecución y las ampliaciones respectivas, durante el nacionalismo se detuvo el ciclo de inversiones, con el bloqueo de los proyectos de Conga y Tía María.
Vale mencionar un hecho extremadamente perjudicial para el Perú. El bloqueo de Conga también significó la parálisis del Cinturón de Cobre del Norte, que conforman los proyectos de Conga, Galeno, la Granja, Michiquillay, entre otros. La producción del circuito del cobre del norte le podría agregar cerca de un millón de TMC a la producción nacional, y el país podría seguir consolidando su posición en cuanto a la producción del metal rojo.
El Perú no puede seguir siendo el territorio de las oportunidades perdidas por la inestabilidad política y las guerras que se suelen desatar entre sus élites. Quizá vale la pena recordar que esa perpetua inestabilidad política, por ejemplo, explica que entre Cuajone (1969) y el proyecto Yanacocha (1993) se sucedieron 24 años sin que en el país se invirtiera en un nuevo proyecto, mientras que en Chile, China y Australia se multiplicaban las inversiones en el metal rojo. ¿Cómo se explica tanta indolencia y frivolidad en la clase política peruana, sobre todo considerando la enorme importancia de las inversiones mineras en la reducción de pobreza?
Todos los especialistas señalan que si el Perú ejecutará toda su cartera de inversiones mineras, que suma alrededor de US$ 60,000 millones —de las cuales cerca del 70% corresponde al metal rojo—, estaría en condiciones de llegar a producir cinco millones de TMC y disputar con Chile el primer lugar en la producción de cobre. Algo más. El llamado Corredor Minero del Sur del país es una de las zonas con mayores reservas de cobre del planeta y, paradójicamente, es un área que concentra los mayores bolsones de pobreza del Perú. Bueno, todos los especialistas señalan que si el Perú estuviese ejecutando toda su cartera de proyectos el país estaría creciendo por encima del 5% y la pobreza estaría por debajo del 15% de la población (hoy está sobre el 20%).
¿Cómo, entonces, se puede entender las dudas del Ejecutivo para otorgar la licencia de construcción a Tía María? Es evidente que el Gobierno, que suele pechar al Legislativo alrededor de problemas artificiales, tiene terror a la posibilidad de ejercer la autoridad que le reconoce la Constitución y la ley frente a la violencia que ejercen los sectores antimineros. De una u otra manera, los sectores anticapitalistas comienzan a paralizar lo que alguna vez se llamó el “milagro económico peruano,” ante la indolencia del Gobierno del presidente Vizcarra. Grave.
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