Pesca: Reconociendo el fracaso

En una aceptación tácita del fracaso de la política pesquera del gobierno, el viceministro de pesquería, Juan Carlos Requejo, ha informado que el Ejecutivo ha decidido aprobar una nueva ley general de pesca, recogiendo la demanda de los agentes productivos del sector. El anuncio es además un reconocimiento explícito de los errores que explican la dramática caída de la producción pesquera registrada el 2014, equivalente al 1% del PBI, la mitad del promedio anual de ese sector (2%).

Dichos errores y el clima adverso, fueron determinantes para que el año pasado se registrara la mayor caída de la pesca industrial de los últimos 15 años, al haberse extraído solo 2,2 millones de toneladas de recursos hidrobiológicos, cuando la pesca anual promedio en los años anteriores fue de 6.8 millones, según estadísticas de la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP). Hay entonces razones de peso para eliminarlas.

El principal error fue la aplicación de restricciones a la pesca industrial para operar después de la milla 7 en el litoral sur y de la 10 en el centro-norte. El impacto de esta medida se aprecia al comparar los volúmenes extraídos en la primera temporada de pesca del año 2014 con los de la misma temporada del 2013. Ambas se realizaron con un clima adverso idéntico y sin embargo en la primera se extrajo 1.7 millones de toneladas y en la segunda 2.6 millones. Es decir que sin restricciones se pescó más.

La pesca de consumo humano no cayó el 2014, pero sí se estancó al alcanzar el mismo nivel del año anterior, de 1.3 millones de toneladas, no obstante que el gobierno estableció zonas exclusivas para esa actividad y se multiplicó el número de embarcaciones menores y artesanales destinadas a ese rubro. La embarcaciones de pesca industrial fueron prohibidas de ingresar a dichas zonas y por eso no pudieron extraer su cuota de pesca anual.

La política de promover la pesca de consumo humano mediante dichas restricciones fracasó al final porque la mayoría de las embarcaciones menores no llevaban la anchoveta a los mercados sino a las plantas informales de harina y aceite de pescado. La menor pesca para consumo humano fue cubierta gracias a las embarcaciones industriales, que abastecieron al mercado con caballa y jurel, especies que también extraen.

Mientras tanto, las fábricas de conservas y congelados tuvieron que operar por debajo de su capacidad, reduciendo su oferta de empleo, y las empresas que invirtieron fuertes sumas en dotar a sus embarcaciones de sistemas de refrigeración tienen hoy problemas financieros.

La nueva ley general de pesca que se propone aprobar el gobierno debe corregir todas estas distorsiones que han generado sobrecostos y obstáculos que están perjudicando a la industria pesquera. En esta línea, el gobierno debería someter su proyecto de ley a una amplia consulta entre los agentes económicos (empresarios y trabajadores), para que la norma recoja sus expectativas, y también para garantizar que su aplicación sea viable y no como la “ley pulpín”.

Pero estamos hablando de un proceso que durará todo este año. Entre tanto ¿qué cosas deben cambiar ya para que se recupere la pesca? Pues los factores más negativos del año pasado. El primero, el factor clima, ya está resuelto pues la temperatura de las aguas es hoy excelente y por tanto habrá abundancia de recursos. Y el segundo, la zonificación fracasada del litoral, debe ser corregido antes de la próxima temporada, para aprovechar al máximo nuestra riqueza marina.  Sin este último cambio no habrá una verdadera rectificación política.