Minería, agricultura y reservorios de agua

La construcción de reservorios es un aporte significativo para las comunidades

Una de las falsas narrativas que ha construido el radicalismo antiminero es que es imposible la convivencia sostenible entre la agricultura y la minería. De aquella narrativa se deduce que la minería contamina el agua que es utilizada para el consumo humano y para la agricultura. De allí surge la malhadada frase de “agua si, oro no”. No obstante, la única manera de conseguir que el agua deje de perderse es mediante la construcción de reservorios o represas —por ejemplo, en las llamadas cabeceras de cuenca— que cumplan con todos los estándares ambientales y tecnológicos.

En Puno, la compañía Minsur —concesionaria de la mina San Rafael— construyó en los distritos de Antauta y Ajoyani, y en la comunidad campesina de Queracucho, 12 represas y 114 reservorios de agua. La construcción de estas obras permite que cientos de familias hoy puedan ampliar la reserva de agua de riego en la zona hasta en 435,000 m3. La obra también ha contribuido a que más de 1,700 hectáreas sirvan hoy para la producción de avena forrajera y pastos. Como parte del programa Proganadero, a las obras de represamiento de agua se suman la construcción de canales y riego tecnificado que permiten que más de 1,600 productores puedan potenciar la producción de alpacas y vacunos. Thurpa es la represa símbolo con capacidad para almacenar 80,000 m3 de agua provenientes de aguas de las lluvias.

Quizá el caso en el que la construcción de represas y reservorios representa un cambio significativo en la vida de las comunidades campesinas sea Cajamarca. La construcción de los reservorios de Challhuagón (San José), de los diques en el río Rejo y Grande, y de 375 reservorios familiares benefician directamente a más de 5,000 familias y varias comunidades campesinas. La represa de Challhuagón abarca 24.6 hectáreas y en los meses de lluvias almacena 2.6 millones de m3 del agua de la cuenca del río Chailhuagón, que son descargados en la temporada seca (enero a noviembre), en beneficio de las comunidades del área de influencia del proyecto Conga.

Y en el caso de la represa de San José (1.2 millones de m3), se abastece principalmente de las aguas que utiliza la mina Yanacocha para procesar minerales, las cuales son tratadas en una planta que las filtra a altísima presión, hasta dejarlas totalmente limpias. Estas aguas son utilizadas en la agricultura y en criaderos de truchas durante la temporada de estiaje.

La próxima construcción de la represa de Paltiture en Arequipa permitirá irrigar los campos del Valle del Tambo y Moquegua. Además los 80 millones de m3 de agua servirán también para la ejecución de los proyectos mineros como Tía María.

Varios estudios señalan que en el Perú sobra el agua, pero se necesita hacer represas para que los pobres puedan tener dos cosechas al año. Uno de los problemas es que más del 95% del agua se pierde en el Pacífico y el Atlántico pese a que el 40% de los pobres del área rural no acceden a agua potable. Los proyectos mineros pueden ayudar a crear una sinergia con la agricultura, porque ambas necesitan el agua. Las represas y reservorios construidos por las compañías mineras han sido hasta el momento beneficiosas para las comunidades y la agricultura.