El Perú, en términos institucionales y económicos...
Cajamarca, una de las regiones con mayor riqueza mineral del Perú, no debe seguir albergando tanta pobreza. Durante los ocho años en que la izquierda controló el gobierno regional y los gobiernos locales se paralizó el cinturón de cobre del norte, que podría estar aportando más de un millón de toneladas métricas de cobre a la producción nacional. No solo perdió el Perú en crecimiento y reducción de pobreza, sino que Cajamarca se convirtió en una de las regiones más postergadas del país.
En este contexto, la concreción del proyecto Michiquillay, luego de haberse otorgado la concesión a la minera Southern, puede marcar un punto de inflexión a favor de la inversión minera. Se prevé que para el 2025 Michiquillay comenzará a producir 225,000 toneladas de cobre anuales, además de molibdeno y otros subproductos. Después de más de 70 años de espera, la inversión de US$ 2,500 millones servirá para el renacimiento de Cajamarca, ofreciendo renta, divisas, canon, regalías e innumerables convenios voluntarios de cooperación con las comunidades. Sin embargo, es necesario derrotar los relatos antimineros y la oposición del extremismo a las inversiones.
En ese sentido, Southern está desarrollando convenios de cooperación con las comunidades de las áreas de influencia minera con el fin de mejorar la educación y salud de los pobladores. Después de la concesión del proyecto, Southern aportó US$ 400 millones al Fondo Social Michiquillay, con el que se desarrollarán programas de carácter social en educación y salud, y el fortalecimiento de las actividades económicas de las comunidades.
¿Por qué Michiquillay puede marcar un hito en Cajamarca? La concreción del proyecto revelará a todos los cajamarquinos la enorme importancia de la minería para la reducción de la pobreza y la reactivación de la economía. Sobre esa base se puede crear un cluster de desarrollo que incluiría a otros proyectos de la misma zona. Si entraran en producción Galeno, Quilish, Río Tinto, La Granja y Shahuindo —entre otros proyectos que suman alrededor de US$ 16,000 millones en inversiones— surgirían actividades e industrias locales vinculadas a la metalmecánica y mantenimiento de equipos y maquinarias, entre otros, además de negocios en hostelerías y servicios.
En ocho años de influencia de la izquierda en Cajamarca la economía se desplomó y la población se sumergió en la pobreza. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), alrededor del 55% de cajamarquinos son pobres. Asimismo, los índices de anemia bordean el 60% en niños menores de cinco años. En los últimos años, mientras en otras regiones los presupuestos se incrementaban, en Cajamarca se reducían por falta de inversiones mineras. Por ejemplo, según el Instituto Peruano de Economía (IPE), en Apurímac el crecimiento del presupuesto público per cápita es 2.5 veces mayor que el promedio nacional. Y de acuerdo a Perucámaras, Áncash incrementó su presupuesto en 34% y Arequipa en 105.6% respecto al año pasado. La clave en estos avances, obviamente, es la minería.
Si las autoridades recientemente elegidas en Cajamarca definen una posición clara a favor de las inversiones minera, entonces los cajamarquinos tendrán una nueva oportunidad. En ese contexto, el gobernador, Mesías Guevara, de Acción Popular (AP), tiene una enorme responsabilidad para cambiar este estado de cosas.
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