Los proyectos antisistema en el Perú, incuestionablemente, se p...
Falta de agua amenaza a la agroexportación
En el Perú no existe aún una política clara para la construcción de represas que permitan sostener la agroexportación y el consumo de agua potable. Según algunos empresarios agroexportadores de la región Piura, hoy están en riesgo más de US$ 570 millones en envíos anuales de productos de exportación a mercados de Estados Unidos, Europa y Asia. ¿Por qué? La razón es que la represa de Poechos, construida a principios de 1970 y cuya vida útil es de cincuenta años, ya tiene problemas, sobre todo de sedimentación (lodo y barro acumulado). Esta situación se hace evidente cuando las sequías ponen en jaque al Perú.
Poechos tiene una capacidad de almacenamiento de 800 millones de metros cúbicos y permite irrigar a más de 60,000 hectáreas en el valle piurano. Sin embargo, la represa solo carga la mitad. Si las autoridades no actúan de forma inmediata la agroexportación en Piura se vería amenazada. El Estado debe mirar otras formas de colaboración para cerrar la brecha de infraestructura que hoy asciende, según Comex Perú, a S/. 7,000 millones. La alianza entre la agricultura y la minería es una opción sostenible.
Desde el Ministerio de Agricultura (Minagri) se han declarado en emergencia a 17 regiones por las terribles sequías. Desde hace treinta años el Perú no sufría unas sequías que pongan en jaque a la producción agrícola. Por ejemplo, en el Valle de Tambo (en Islay, Arequipa), las casi 12,000 hectáreas se han visto amenazadas por la sequía del río Tambo. Diversas autoridades han señalado que los recursos captados de la minería podrían servir para la construcción de la represa de Paltiture, que permitiría irrigar los campos del Valle de Tambo y Moquegua. Además los 80 millones de metros cúbicos de agua servirán también para la ejecución de los proyectos mineros como Tía María.
Semanas atrás, en un informe publicado por el Banco Mundial, se sostuvo que si bien la agroexportación ha dado un salto milagroso en los últimos veinte años, para que este sector sea más competitivo el Perú todavía debe atacar dos frente importantes. Por un lado está la infraestructura logística y por el otro la enmarañada tramitología, sobre todo en los gobiernos regionales y locales.
Para reducir la brecha de infraestructura hídrica y agrícola, el enorme apoyo de la minería moderna resulta vital. En Puno, la compañía Minsur —concesionaria de la mina San Rafael— construyó en los distritos de Antauta y Ajoyani, y en la comunidad campesina de Queracucho, doce represas y 114 reservorios de agua. Estas obras permite que cientos de familias hoy puedan ampliar la reserva de agua de riego en la zona hasta en 435,000 metros cúbicos.
Pero quizá el caso en el que la construcción de represas y reservorios representa un cambio más significativo en la vida de las comunidades campesinas sea Cajamarca. La construcción de los reservorios de Chailhuagón (San José), de los diques en el río Rejo y Grande, y de 375 reservorios familiares benefician directamente a más de 5,000 familias y varias comunidades campesinas. La represa de Chailhuagón abarca 24.6 hectáreas y en los meses de lluvias almacena 2.6 millones de metros cúbicos del agua de la cuenca del río Chailhuagón, que son descargados en la temporada seca (enero a noviembre), en beneficio de las comunidades del área de influencia del proyecto Conga.
Y en el caso de la represa de San José (1.2 millones de metros cúbicos), se abastece principalmente de las aguas que utiliza la mina Yanacocha para procesar minerales, las cuales son tratadas en una planta que las filtra a altísima presión, hasta dejarlas totalmente limpias. Estas aguas son utilizadas en la agricultura y en criaderos de truchas durante la temporada de estiaje.
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