El Perú, en términos institucionales y económicos...
El Perú puede enfrentar una crisis alimentaria porque la campaña agrícola 2022-2023 no está garantizada. Según la agencia de noticias Bloomberg, el país tiene un déficit de 180,000 toneladas de urea para la mencionada campaña, lo que podría afectar a 500,000 productores de arroz, papa y maíz, entre otros productos. Como todos sabemos, el 80% de los alimentos de los mercados del país son abastecidos por la producción minifundista, también llamada agricultura familiar.
La crisis de los fertilizantes es un problema que se ha ido agravando desde un año atrás, cuando se desataron todos los efectos recesivos de la pandemia. El cierre de la economía mundial determinó el desabastecimiento del gas, un producto esencial para la producción de urea y fertilizantes. Asimismo, el incremento de los fletes disparó los precios y, en este contexto, se desató la invasión de Rusia a Ucrania y la escasez de fertilizantes se convirtió en una tragedia mundial.
El Perú importa el 40% de fertilizantes de Rusia y el 30% de China. El primer país condiciona el abastecimiento del producto al apoyo a la invasión rusa a Ucrania. Y China ha cerrado sus exportaciones como parte de su estrategia alimentaria. Sin embargo, una política de Estado inteligente del Perú podría conseguir 1.2 millones de toneladas de fertilizantes de China, porque es una cantidad ínfima y porque tenemos un tratado de libre comercio con el gigante asiático. No obstante, la estrategia de Perú Libre y el cerronismo de boicotear la inversión china en Las Bambas anula cualquier posibilidad de acuerdo.
En este contexto, el Ejecutivo, recién el pasado 19 de mayo –mediante un decreto de urgencia–, autorizó la importación de fertilizantes y el país elegido será Bolivia. Nadie sabe por qué habría que importar de un país bolivariano si existen tantas otras posibilidades.
Si no se soluciona el abastecimiento de fertilizantes a la agricultura el Perú enfrentaría un desabastecimiento alimentario que, según la FAO, podría afectar a cerca de 15 millones de peruanos. Es decir, a la mitad de la población. El mayor problema en esta situación tiene que ver con que el ingreso promedio no se recupera a los niveles prepandemia. Muy por el contrario, la lentificación económica revela que la pobreza irá en aumento (llega al 26% de la población).
Si bien los agricultores en general están en condiciones de absorber el incremento del precio de los fertilizantes, porque el aumento de los costos en general se traslada al bolsillo de los consumidores, es incuestionable que la mayoría de minifundistas –es decir, la agricultura familiar y en pobreza– se impactará dramáticamente por el incremento de los precios de los fertilizantes que supera más de 300%.
De esta manera el proyecto de la llamada “Segunda reforma agraria” no solo está creando más pobreza, sino que ahora se podría presentar un desabastecimiento alimentario por el lado de la oferta de productos.
Al respecto vale recordar que en el Perú existen aproximadamente 2.5 millones de minifundistas que, generalmente, desarrollan una agricultura familiar y en condiciones de subsistencia. Este sector de agricultores controla el 95% de las tierras destinadas a la agricultura y carece de títulos de propiedad, estrategias asociativas para crear economías de escala, créditos y sistemas de infraestructuras para agua y transporte. Gran parte de este sector no podrá asimilar el incremento del precio de los fertilizantes por la coyuntura internacional; pero, sobre todo, por las imprevisiones e incompetencias del Ejecutivo.
Un Gobierno distraído en una supuesta asamblea constituyente para no asumir sus responsabilidades, un Ejecutivo poblado de activistas y militantes de Perú Libre y el Movadef, en vez de técnicos y profesionales, incuestionablemente, no va a tener tiempo –pese a contar con enormes recursos– para asumir medidas de emergencia ante la falta de fertilizantes.
La segunda reforma agraria se puede convertir, entonces, en desabastecimiento alimentario masivo.
COMENTARIOS