Crisis de las petroleras estatales en la región

Petroperú puede ser el siguiente fracaso  

La caída del precio del barril de petróleo a menos de US$ 40 dólares, de alguna manera, está liquidando el sueño de la empresa estratégica en América Latina. Allí donde existe una empresa estatal de petróleo hay crisis, ya sea por balances que no se pueden sostener o por el cáncer de la corrupción.

Sin embargo en el Perú el gobierno y los principales candidatos siguen compartiendo el sueño de convertir a Petroperú en una empresa estratégica. El Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara (PMRT), que suma la friolera de US$ 3,500 millones y la decisión de otorgarle a Petroperú la administración del Lote 192, el más grande del país, busca que la empresa estatal desarrolle la llamada integración vertical (exploración, explotación y comercialización). ¿Cómo se condice esta voluntad de los políticos con respecto a la realidad petrolera en la región? ¿No hay lecciones que extraer?

Si miramos el caso de Petróleos de Venezuela (PDVSA) no existe mucho que discutir. Venezuela posee una de las mayores reservas de petróleo del mundo, sin embargo, unos meses atrás, en la petrolera llanera se vieron obligados a comprar 550 mil barriles de crudo a Estados Unidos. Dos meses después se importaron dos cargamentos parecidos. En el 2003, la producción de PDVSA era de 3,7 millones de barriles diarios y el 2015 apenas llegaba a los 2,7 millones. Algo más. El 97% de las divisas de Venezuela dependen del petróleo y, con la caída de precios y de la producción, ahora  ni siquiera hay recursos para importar medicinas.

La situación de Petrobras también es dramática. En el 2003 la empresa brasileña valía US$ 15,000 millones y más tarde llegó a valorizarse en cerca de US$ 200,000 millones luego del descubrimiento de importantes yacimientos de petróleo. Sin embargo cuando se descubrió el sistema de corrupción en la que participa la burocracia petrolera y el sistema político a través de una “comisión” del 3% de todos los contratos, el valor de la empresa se desplomó a US$ 19,000 millones y se despidieron miles de trabajadores. Se calcula que hoy Petrobras tiene una deuda de US$ 137,000 millones.

Pero el fracaso de las petroleras estatales no solo tiene que ver con países proteccionistas y estatistas. Colombia siempre ha sido una sociedad abierta en política y economía, integra la Alianza del Pacífico, y Ecopetrol era un modelo de gobierno corporativo para las empresas estatales. Semanas atrás se conoció que la petrolera estatal colombiana había acumulado pérdidas por  US$ 1,200 millones de dólares y que se había visto obligada a reducir su plan de inversiones en un 26%.

En el caso de México, la estatal Pemex es sinónimo de todas las bancarrotas. El 2015 acumuló US$ 30, 000 millones en pérdidas, deudas que suman US$ 87,000 millones y un pasivo del orden de los US$ 147,000 millones. En la actualidad no puede pagar a los trabajadores y a los 100 mil pensionistas.

Los mencionados fracasos y apuros económicos, evidentemente, tienen que ver con la caída del precio del petróleo y las malas prácticas corporativas que forman parte de las empresas estatales de la región. Sin embargo el mensaje que estas experiencias nos envían es irrefutable: siempre será mejor que los riesgos de estas actividades los asuma el sector privado antes que se infla la deuda pública del estado. Algo deberíamos aprender los peruanos, ¿no es verdad?