Cajamarca: una de las regiones más pobres del país

En Cajamarca se emplazan 16 de los distritos más pobres del Perú. Una verdadera paradoja si  recordamos que en Cajamarca (específicamente en las provincias de Celendín y Cajamarca) está el gran yacimiento de oro de Conga, que no puede explotarse por la acción del radicalismo antiminero, tendríamos que Cajamarca se ha vuelto la encarnación de esa vieja frase atribuida a Antonio Raimondi (pero que en realidad es de Alexander von Humboldt): “un mendigo sentado en un banco de oro”.

Pero no es solamente oro. Paradójicamente, según el Ministerio de Energía y Minas (Minem), Cajamarca también es la región que lidera en cartera de inversión minera, con US$ 18,050 millones, un 33.9% de la cartera de inversión minera de todo el país. Entre los proyectos mineros cajamarquinos el Minem destaca el de Michiquillay, la mina de cobre que iniciaría su producción en el 2025, con una inversión de US$ 2,500 millones; y Yanacocha Sulfuros, con una inversión de US$ 2,100 millones, y que podría iniciar su construcción este año. En general, en Cajamarca se encuentra el llamado “cinturón de cobre del norte”, que incluye los yacimientos de Michiquillay, Galeno, Chalhuahón y La Granja. Si estas minas estuvieran operando producirían anualmente 1.5 millones de Toneladas Métricas de Cobre (TMC), con lo que el Perú podría disputarle a Chile el primer lugar en la producción mundial de este metal.

Lamentablemente en Cajamarca el relato antiminero se ha impuesto a través de mentiras y leyendas; y también de la fuerza, pues se ha unido con un sector radical de las rondas campesinas. Y entre las leyendas antimineras está aquella de que la minería le quitaría a la región el agua, tan necesaria para la agricultura. Ya hemos mencionado el caso emblemático de Conga, que fue cerrado bajo el lema “agua sí, oro no”. Pero la minería moderna, la que se desarrolla actualmente en el Perú, cumple con los más altos estándares ambientales, y más bien busca crear alianzas con los agricultores, construyendo reservorios y brindándoles herramientas para su trabajo.

Recientemente el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), presentó el estudio “Impacto económico y social de la minería en Cajamarca”, en el que se afirma que “la ejecución de proyectos mineros en Cajamarca podría reducir la pobreza en un 17% al 2031”. Según este estudio, más de 3.7 millones de personas serían beneficiadas económicamente, de manera directa o indirecta, por la minería; y además la región recibiría ingresos de alrededor de S/ 2,000 millones por canon y regalías mineras.

Mientras tanto, con las minas inactivas y con los movimientos antimineros empoderados por el actual Gobierno izquierdista, la pobreza campea en la región. Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), la pobreza en Cajamarca afecta ya al 42.5% de la población; es decir, que de cada cinco cajamarquinos, dos son “pobres”. Y debido a esa pobreza, no cuentan con acceso a servicios básicos, como agua potable, educación y salud. Sobre este último punto, el IPE señala que la mitad de los cajamarquinos que sufrieron una enfermedad o malestar en 2020 no recibió ningún tipo de atención.

¡Qué diferente sería la economía cajamarquina con el aporte de la minería! Según el citado informe del IIMP; “la ejecución de proyectos mineros en cartera permitiría reducir la tasa de pobreza en la región a 17.4% hacia el año 2031, 33 puntos porcentuales menos que la tasa de pobreza actual”. Y no solo eso, si los proyectos mineros norteños se ponen en marcha, se crearían las condiciones para organizar un clúster minero en la región. Algo similar a lo sucedido en la región de Antofagasta en Chile, en donde una asociación pública privada ha creado un conglomerado minero de ese tipo, logrando que el PBI per cápita de la región supere ampliamente al del país, y alcance los niveles del PBI per cápita de un país desarrollado.