Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto ...
Entre el 24 y 25 de junio, durante el V Gabinete Binacional Perú-Bolivia (en Ilo, Moquegua), de alguna manera el Estado peruano decidirá su dependencia energética y su destino como nación unitaria, libre y democrática. De lo que acuerden el presidente peruano, Martín Vizcarra, y el presidente boliviano, Evo Morales, dependerán las exploraciones de gas y petróleo en el país, la cuantificación de nuestros yacimientos y su explotación. Si Vizcarra aceptara la venta masiva de gas boliviano, con la intervención directa del Estado altiplánico, se establecerá una dependencia energética del Perú con consecuencias impredecibles para la soberanía nacional.
El presidente Evo Morales llega a la reunión de Ilo con una estrategia definida, luego de 14 años en el poder. Vizcarra arriba a Ilo con un año y cuatro meses de gestión y preocupantes resultados económicos. Asimismo, el titular del sector Energía y Minas (MEM), Francisco Ísmodes, se presenta a la junta sin planes definidos para reactivar el sector de hidrocarburos. Por ejemplo, el Ejecutivo ha dejado de lado un proyecto consensuado entre todos los sectores en el Congreso de la República y pretende imponer un proyecto alternativo a la nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos (LOH), que contempla de manera inconstitucional la intervención empresarial del Estado por intermedio de Petroperú
En este contexto, a Vizcarra solo le quedaría aceptar las propuestas de Morales, quien con una cuarta elección presidencial consolidaría su influencia energética en la región. Morales es instrumento clave dentro del Foro de Sao Paulo (internacional socialista Latinoamericana liderada por Cuba y Venezuela) para controlar los recursos energéticos de la región y del Perú: hidrocarburos, minerales y agua. ¿Exageramos?
En diciembre pasado, los gobernadores, Walter Aduviri (Puno) y Zenón Cuevas (Moquegua), se reunieron con Morales en Bolivia y plantearon la posibilidad de comprar gas boliviano en el sur peruano. Por su lado, Vizcarra promovía el proyecto Siete Regiones, para masificar el gas en Junín, Huancavelica, Ayacucho, Cusco, Apurímac, Puno y Ucayali. Es el mismo “gas virtual” (gas distribuido por camiones) promocionado durante la gestión de Ollanta Humala. En otras palabras, se trata de un viejo proyecto bolivariano alrededor de la energía peruana, mientras los radicales se oponen a las inversiones en recursos naturales.
Sucede como si el Perú renunciara a tener una estrategia energética propia, no obstante sus posibilidades. Días atrás las empresas Kallpa Generation —Inka, la operadora de la central térmica de Kallpa, en Chilca, Lima. También opera centrales de energía eléctrica en Huancavelica y Arequipa— y Engie Energía Perú —que opera distintas plantas de energía en el sur— firmaron acuerdos de entendimiento para comprarle gas a Bolivia.
Para abastecer el mercado doméstico peruano, Bolivia pretende distribuir en Perú gas barato, subvencionado por el Estado boliviano. Sin embargo, el objetivo principal de Morales es el gasoducto planeado desde la frontera boliviana hasta el puerto de Matarani. Proyecto que costará aproximadamente US$ 1,800 millones. Al respecto vale señalar que el Gasoducto del Sur, concesionado a Odebrecht (de más de US$ 7,000 millones), fue anulado en enero 2017 mientras la controversia de US$ 2,000 millones (que reclama el consorcio Enagás, Odebrecht y Graña y Montero) fue excluida del acuerdo de colaboración entre Odebrecht y el Estado por los fiscales del caso Lava Jato.
La generosidad de Morales no es tal. El objetivo principal de Morales es venderle gas a Asia desde Ilo, en donde invertirá en una planta para líquidos. Asimismo, paralelo al ducto de gas, se construiría un ducto de petróleo hasta Bolivia. Negocio redondo. Por angas y por mangas, Bolivia ganará cualquier concesión para masificar el gas en Perú. ¿Quién otro? ¿O acaso se piensa que un privado se encargará de distribuir el gas en el sur? No parece posible.
Las reservas probadas de gas boliviano alcanzan los 50 TFC (trillones de pies cúbicos). El Libro Anual de Recursos de Hidrocarburos de la Dirección General de Hidrocarburos (DGH), señala una tendencia a la baja de las reservas probadas de gas peruano. Es decir, por ahora, Bolivia está en capacidad de dominar el mercado energético regional. Perú, por la falta de un marco legal (LOH, para impulsar exploraciones de hidrocarburos) no tiene una posibilidad de una estrategia energética propia, soberana, libre de cualquier dependencia externa.
En el sur, los movimientos separatistas (como el radical Inkarri Islam), dirigidos por Edwar Quiroga, están advertidos de la estrategia geopolítica. Instigan a los pobladores del sur la formación de una gran nación aymara.
Para Jorge Morelli, columnista de El Montonero.pe, las guerras están perdidas cuando el enemigo es señalado de manera equivocada. El enemigo principal en este caso no es otro que la izquierda antimercado, que pretende detener la producción de cobre en el sur peruano, que detiene proyectos hídricos en Puno y Arequipa, que introduce la ideología de género en la escuela pública para confundir a los escolares y que propone octógonos en los alimentos industrializados para arrinconar a la industria nacional. Una estrategia de desintegración nacional.
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