Año devastador para mina Las Bambas

Las Bambas, una de las diez minas más grande de cobre del planeta, proyectada para producir anualmente 400,000 toneladas métricas de cobre (MTC), en el 2022 apenas llegará a las 240,000 TMC por los permanentes bloqueos del llamado corredor vial del sur y la invasión del tajo de Chalcobamba por unas decenas de pobladores de Huancuire.

Quizá Las Bambas se convierta en una de las principales postales del desgobierno general que ha causado el gobierno de Pedro Castillo. No solo se trata de que ya no existen nuevas inversiones en minería –como solía suceder en años anteriores (la última es la de Quellaveco)–, sino que la renuncia del Ejecutivo a ejercer la autoridad democrática, a hacer respetar la Constitución y las leyes, ha convertido las regiones mineras en áreas sin Estado de derecho, en donde se impone la acción de minorías radicales que ejercen violencia, bloquean carreteras y asaltan campamentos mineros. Allí están las invasiones de otras minas en Arequipa, en el sur de Ayacucho y La Libertad.

En el corredor vial del sur existen tantos bloqueos que es imposible llevar un registro prolijo de los acontecimientos. Recientemente se conocieron más de cuatro bloqueos que impedían el traslado del concentrado de cobre de las minas Las Bambas, Hudbay y Antapaccay hacia el puerto de Matarani. Se acaba de conocer que la Policía Nacional del Perú, sin estado de emergencia y sin violencia, logró despejar la vía para permitir el paso de camiones con insumos hacia Las Bambas. Una clara demostración de que cuando el Estado ejerce autoridad se producen salidas ante la intolerancia. 

Al respecto vale recordar que los últimos bloqueos acumulan más de 20 días. Y desde el inicio de sus operaciones, la mina Las Bambas suma más de 560 días de bloqueos que impidieron el traslado del mineral al puerto y el ingreso de insumos a la mina.

Por otro lado, una decena de pobladores de Huancuire invadieron, algunos meses atrás, el tajo Chalcobamba aduciendo que eran “propietarios de la superficie” no obstante que habían vendido los predios hasta en tres ocasiones por un monto de más de S/ 220 millones. Lo más grave: un sector de ellos comenzó a desarrollar minería ilegal, tal como lo registró el Ministerio Público y la PNP. Desde esa fecha ha sido imposible que el tajo Chalcobamba entre en operaciones –para reemplazar el agotamiento natural del tajo Ferrobamba–, no obstante que la empresa había conseguido la licencia social y las autorizaciones correspondientes del Ministerio de Energía y Minas, durante más de dos años de trámites y procedimientos.

El intento de destruir una de las minas más emblemáticas del modelo económico de las últimas tres décadas, que ha posibilitado triplicar el PBI y reducir la pobreza del 60% de la población a solo 20%, tiene varios intereses y objetivos. Por un lado, están los operadores del eje bolivariano que pretenden estatizar las minas del cobre; por el otro, simples intereses rentistas de dirigentes y abogados que extorsionan con violencia a las empresas; y finalmente están las empresas y brokers extranjeros, que compiten con el cobre y los minerales del país y financian a oenegés de izquierda, con el objeto de mantener márgenes de ganancia altos de los precios de los minerales en los mercados mundiales.

Si triunfa la estrategia destructiva en contra de Las Bambas habrá terminado la minería moderna en el Perú. De eso no hay la menor duda. Las Bambas representa el 1% del PBI, el 9% del PBI minero y más del 75% de los ingresos de la región Apurímac. Asimismo, desde el inicio de las operaciones en Las Bambas, el PBI de la región se incrementó en más de 140% y hoy Apurímac está entre las ocho regiones con mayor ingreso per cápita y entre las cuatro con mayor ingreso público per cápita.