Los proyectos antisistema en el Perú, incuestionablemente, se p...
Julio Cornejo, alcalde del distrito de Cocachacra (provincia de Islay, en Arequipa) ha denunciado que existe un financiamiento para las marchas organizadas en contra del proyecto Tía María. Cornejo acusa a los dirigentes antimineros de recibir dinero para cerrar toda posibilidad de diálogo sobre la viabilidad del proyecto de cobre.
Con estas declaraciones, el alcalde confronta a los activistas antidesarrollo que se han asentado en el sur con el propósito de detener la producción de cobre. Durante la campaña electoral, Cornejo —del Frente Amplio (FA), del antiminero Marco Arana—, elegido con el 48.84% de los votos válidos, era de los primeros en sostener que Tía María no va por la “falta de licencia social”. Sin embargo hoy, al frente al municipio, como autoridad elegida para resolver los problemas de su comunidad, está escuchando las demandas de todos los pobladores y no solo de ese sector interesado en detener la prosperidad de su comunidad.
Cornejo, en un documento dirigido al presidente de la República, Martín Vizcarra, suscrito por un grupo numerosos de alcaldes del valle de Tambo, plantea la concreción del proyecto Tía María en base al diálogo. Esta posibilidad ha sido negada duramente por los sectores recalcitrantes de la izquierda local. No obstante, el alcalde Cornejo no hace otra cosa que interpretar la realidad de su comunidad en función a los hechos y no a disquisiciones ideológicas, políticas o intereses económicos antiperuanos.
Lo cierto es que ya son muchos los dirigentes agrarios que se manifiestan públicamente en favor del proyecto cuprífero, señalando que no afectará a sus actividades agrarias. Incluso, aseveran que conocen el contenido del Estudio de Impacto Ambiental (EIA), que fue aprobado por las autoridades y por la población en una audiencia pública hace cuatro años.
Para este grupo importante de pobladores, el problema del agua que necesita la mina para sus actividades estaría resuelto con la construcción de una planta desalinizadora que proveerá agua de mar tratada a las operaciones mineras. Ellos rechazan la versión de los antimineros acerca de que Tía María consumirá el agua destinada a la agricultura del valle de Tambo. Sobre las filtraciones de las sustancias químicas durante el proceso de lixiviación (que afectarían sus cultivos), los agricultores también conocen que no existe esa posibilidad debido a la distancia existente entre las canchas donde se realizará el proceso de producción de cobre y el valle de Tambo. De acuerdo al proyecto, las canchas de lixiviación estarán ubicadas a 11 kilómetros del valle y a 1,050 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.) y muy por encima del valle Tambo, ubicado a 100 m.s.n.m.
Sobre el polvo provocado por las explosiones para demoler el mineral, los dirigentes agrarios saben que las explosiones se realizarán a mediodía, cuando los vientos soplan hacia el desierto, sin afectar a nadie. En este contexto, el alcalde Cornejo, haciendo uso de sus atribuciones como autoridad, es el portavoz principal de las opiniones de sus vecinos ante el Ejecutivo de Vizcarra.
El proceso de lixiviación que empleará el proyecto Tía María para la producción de cobre, es considerado en todo el mundo como el más amigable con el medio ambiente. Los US$ 1,400 millones de inversión servirán para producir 120,000 toneladas métricas de cátodos de cobre al 99.999% de pureza. Inversión que generará puestos de trabajo (en la etapa de construcción cerca de 9,000 y 4,800 empleos durante los próximos 20 años), divisas, renta, canon, regalías y múltiples convenios de cooperación, mediante proyectos relacionados con la educación, la salud, construcción de infraestructura e iniciativas económicas para reducir la pobreza y luchar en contra de las desigualdades. Habría que estar demente para oponerse a todo esto.
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