El Perú, en términos institucionales y económicos...
Entre el 22 y 24 de junio se desarrolló en Lima AGROFEST, el primer evento convocado por el sector privado en el que se reunieron pequeños, medianos y grandes empresarios agrarios para presentar propuestas de políticas públicas para transformar y revolucionar el agro. En un país en donde los relatos colectivistas han construido mitos en contra de la inversión privada, el hecho de que se reúnan agroexportadores (que han conquistado mercados en todos los continentes) con pequeños productores revela que el sector privado agrario hoy no solo es competitivo en cualquier mercado del planeta, sino que también tiene un proyecto nacional. Es decir, que se ha propuesto incluir y transformar al sector rural.
Por ejemplo, una de las conclusiones de AGROFEST es que se busca incrementar la productividad y competitividad del agro con la “la inclusión de pequeña agricultura a las cadenas modernas productivas agrarias”. Asimismo, se propone políticas que “generen mayor crecimiento y desarrollo de toda la agricultura peruana, desde el pequeño productor familiar hasta la agroindustria y agroexportación, bajo un riguroso análisis técnico que permita el aumento de su productividad, eliminando los sobrecostos, disminuyendo los riesgos y aumentando su competitividad frente a otros países, y eliminando también cualquier otro factor que afecte al sector agrario”.
La naturaleza pluriclasista e integradora de AGROFEST, entonces, está fuera de duda. En ese sentido, en el mencionado evento –en el que participaron la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Promperú y otras entidades estatales– se propuso continuar con la firma de tratados de libre comercio para seguir incrementando las posibilidades agroexportadoras del país. Igualmente se planteó eliminar todas las sobrerregulaciones que afectan la productividad y competitividad de las unidades económicas, resolver los problemas del agua y las infraestructuras en el agro, rediseñar las políticas de crédito de Cofide para la pequeña unidad agraria y nombrar directores independientes en Agrobanco.
En cuanto a la escasez de fertilizantes, se propuso que el Gobierno se encargue de establecer mecanismos con China y Estados Unidos a través de los tratados de libre comercio, y que el sector privado se encargue de las compras, tal como lo establece la Constitución y las leyes nacionales.
Como se aprecia con absoluta claridad estamos ante un evento integrador en el agro que, por el tipo de políticas formuladas, puede marcar un antes y un después en la transformación del sector.
Todos sabemos en las últimas dos décadas en el Perú se produjo un milagro agroexportador que se expresa en el incremento de nuestras exportaciones de US$ 657 millones a US$ 9,000 millones en el 2021; en inversiones de más de US$ 20,000 millones y en la contratación de más de un millón de trabajadores formales. Sin embargo, este milagro se ha producido en apenas el 5% de las tierras dedicadas a la agricultura, ganadas sobre todo al desierto a través de los proyectos hídricos en la costa.
En el 95% de las tierras restantes –supuestamente beneficiadas por la primera reforma agraria velasquista– se desarrolla una agricultura familiar de pobreza y de subsistencia. Al respecto, el sentido común nos indica que la única manera de superar la pobreza en el agro pasa por extender todos los beneficios de la agroexportación a todos los agricultores de la sierra y la selva. No hay otro camino.
Los minifundistas y la agricultura familiar necesitan tener derechos de propiedad, estrategias asociativas y créditos, a semejanza de los agroexportadores. De la misma manera, los minifundistas necesitan carreteras, resolver los problemas del agua y, sobre todo, tener acceso a un mercado de más de 5,000 millones de consumidores –a través de los 22 tratados de libre comercio firmados por el Perú– para multiplicar al infinito sus posibilidades de superar la pobreza.
AGROFEST, entonces, es un hito en el futuro de la agricultura.
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