Con una vida dedicada a la docencia, la gestión educativa y la ...
Con seis nominaciones a los Premios Oscar (incluyendo Mejor Película y Mejor Guion Original), Tres anuncios por un crimen (Three billboards outside Ebbing) es sin lugar a dudas el más duro y polémico de los filmes que estarán disputando las estatuillas doradas la noche del 4 de marzo. Su director, el británico Martin McDonagh (Londres, 1970), es también un destacado dramaturgo y nos entrega la historia de una mujer cuya hija ha sido violada y asesinada, y que se enfrenta a los policías locales, pues siete meses después del crimen no han encontrado siquiera un sospechoso. Ironía, violencia y humor negro en una película que debe mucho al universo de los hermanos Coen, y que es protagonizada magistralmente por Frances McDormand, musa “coeniana” por excelencia.
Mildred Hayes (interpretada por McDormand, nominada al Oscar por este trabajo) es la mujer cuya historia se cuenta en este filme. Para presionar a la policía del pequeño pueblo en que vive (el ficticio Ebbing, en Missouri) pone una serie de tres grandes carteles en la vía de entrada al lugar: “Violada mientras moría”, “¿Y todavía no hay arrestos?” y “¿Cómo es posible, jefe Willoughby?”. Por supuesto, la policía reacciona de la peor manera; especialmente Jason Dixon, un subalterno racista, tonto y psicópata (el actor Sam Rockwell, también nominado al Oscar por esta interpretación) comienza a hostilizar a Mildred y su entorno familiar y amical. Pero lo que diferencia a esta historia de tantos dramas similares es la actitud fuerte y siempre agresiva de Mildred (en la más pura tradición de los antihéroes), quien llega a incendiar, empleando bombas caseras, el local de la policía.
Esta dialéctica de agresión por agresión, cada vez más violentas, y el ámbito en el que se desarrolla la historia le dan a la película un cierto carácter de western; pero un western atípico, crepuscular y feminista. Y todo eso es solo un aspecto de la ficción; el otro es la ácida crítica a la sociedad norteamericana, llena de prejuicios y tonterías. Como el jefe Willoughby (el actor Woody Harrelson) tiene un cáncer terminal, toda la comunidad se solidariza con él, y no con Mildred, por lo que esta tiene que enfrentar los reclamos y agresiones de vecinos, amigos y hasta compañeros de escuela de su hijo. A todo ello Mildred responde de la manera más violenta, ya sea golpeando a los adolescentes que pretendieron agredirla a ella y a su hijo en la entrada de la escuela; o con las más duras palabras, como en la brillante respuesta que le da al sacerdote que va a su casa a convencerla de sacar los anuncios: un discurso sobre la responsabilidad de la Iglesia católica en los casos de abusos sexuales a menores de edad.
Así, el western violento se contrapesa con ese detallado retrato de un pequeño pueblo norteamericano: la dominante y castradora madre de Dixon, el ex esposo de Mildred (ahora casado con una joven de 19 años), lo matones locales, el dentista prepotente, el enano del pueblo (llamado así literalmente) y muchos otros. Aunque es precisamente en este aspecto en el que encontramos ciertos problemas en la ficción, como el desarrollo del personaje de Dixon, de alguna manera redimido al final de la historia, o la peculiar bonhomía de Willoughby. Detalles que también hablan de una película muy interesante y de un director con un universo creativo sumamente original. De lo que hemos visto hasta ahora de las películas candidatas al Oscar de este año, Tres anuncios por un crimen es nuestra favorita.
COMENTARIOS