Con una vida dedicada a la docencia, la gestión educativa y la ...
A diez años de la muerte de la escritora y ensayista estadounidense
Hay una gran tradición de intelectuales lúcidos y sumamente críticos con la cultura y política de sus países, y que por ello se convierten en una especie de profetas, de “conciencia” pública. Pasó, por ejemplo, con Ernesto Sábato en la Argentina de la dictadura militar. Durante la segunda mitad del siglo XX, en Estados Unidos ese rol lo cumplió Susan Sontag, escritora y ensayista sumamente crítica con las guerras generadas por la política externa de ese país. A exactamente diez años de su muerte (el 28 de diciembre de 2004), recordamos a Sontag, la intelectual brillante, combativa e iconoclasta.
Susan nació en Nueva York, el 16 de enero de 1933. Hija de Jack Rosenblatt y Mildred Jacobsen, quedó huérfana de padre muy joven (a los cinco años), y su madre volvió a casarse (siete años después) con Nathan Sontag, de quien Susan adoptó el apellido. Fue una estudiante destacada y pasó por las más importantes universidades: Berkeley, Oxford y Harvard, en las que además llegó a ejercer la docencia. A los 17 años de edad se casó con su profesor de Sociología Philip Rieff, con quien tuvo un hijo.
Sus primeras publicaciones fueron artículos y ensayos, además de un libro sobre Freud (escrito en colaboración con su esposo); pero su salto a la “fama” intelectual lo dio con su primera novela El benefactor (1963). A partir de entonces comenzó a figurar como colaboradora de algunos de los principales diarios estadounidenses, escribiendo sobre temas de actualidad. Esas reflexiones las reuniría en Contra la interpretación (1968), una de sus más importantes obras, un libro que señalaba la distancia que existe entre los hechos reales (desde las decisiones políticas hasta las obras literarias) y las interpretaciones que hacemos de esos hechos.
Por supuesto, esas ideas encajaban perfectamente con las propuestas “contraculturales” de los años sesenta y con las protestas juveniles por las guerras de Corea y Vietnam. Sontag continuaría en esa línea con los ensayos del libro Estilos radicales (1969), en el que abordó, desde una perspectiva racional y académica, temas tan diversos como la política, las drogas y la pornografía. Su prestigio intelectual ya había llegado a una de sus cumbres; pero ella decidió dejar la crítica para dar sus primeros pasos como directora de cine, en Suecia, con las películas Duelo de caníbales (1969) y Hermano Carl (1971).
Después de esa aventura cinematográfica Sontag volvió al ensayo con una serie de libros que ya se han vuelto clásicos: Sobre la fotografía (1977), La enfermedad y sus metáforas (1978), Bajo el signo de Saturno (1980), entre otros; a ellos se sumaban sus libros de narrativa, como las novelas El amante del volcán (1992) y En América (1999). Sontag fue miembro de la Academia Americana de las Letras y presidenta del Pen American Center, y entre los numerosos reconocimientos que recibió a lo largo de su vida figuran el National Book Award 2000 y el premio Príncipe de Asturias 2003.
05 - Ene - 2015
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