Con una vida dedicada a la docencia, la gestión educativa y la ...
Una de las grandes estrategias del pensamiento marxista, y de izquierda en general, para enfrentarse a quienes consideran sus enemigos (los representantes de la libertad, la democracia y la religión) es la de “infiltrarse” en sus instituciones para después destruirlas. Y acaso la institución más representativa y abarcadora de todas es el idioma, el lenguaje en general. Después de todo, el lenguaje es el gran “generador” de sentido: todas nuestras ideas y nuestra visión del mundo se formulan inicialmente a través del lenguaje.
Por eso la gran “guerra cultural” que está desarrollando desde hace algunas décadas el marxismo tiene como uno de sus principales frentes el idioma. Primero fue con el lenguaje “políticamente correcto”: se nos “prohibía” emplear ciertas palabras y expresiones que podían resultar ofensivas para ciertos grupos minoritarios. Pero la ofensiva más radical y ambiciosa es la del “lenguaje inclusivo”, que quiere obligarnos a hablar de cierta manera, incluso yendo contra algunas de las más importantes normas del idioma español.
El lenguaje inclusivo se presenta como una solución a un problema real: la discriminación y falta de visibilidad de las mujeres en la mayoría de nuestras sociedades. Y la propuesta es la de visibilizar a través del “desdoblamiento” de las palabras, que la gramática española ordena formar en género masculino. Es decir, si en un grupo de escolares hay niños y niñas, la gramática ordena nombrarlos como “los escolares”, o “los alumnos”; pero el lenguaje inclusivo cuestiona esa regla y ordena decir “las y los escolares”, o “las alumnas y los alumnos”.
Otra forma de eliminar el supuesto carácter “machista” del idioma español es la invención de un nuevo género para el plural, que no use ni la “o” del mascuilino ni la “a” del femenino, sino la “e”, supuestamente una vocal neutra. Volviendo al ejemplo, la propuesta se convierte en “les alumnes” o “les estudiantes”. Y si bien el “desdoblamiento” puede ser un poco incómodo para hablantes y oyentes, esta alternativa de formar plurales usando la letra “e” resulta un verdadero atentado contra las reglas gramaticales del idioma, establecidas por más de mil años de tradición.
¿Puede un grupo de personas cambiar de esa manera las reglas de nuestro idioma? Por supuesto que no. Ni siquiera la Real Academia Española (RAE) puede modificar a su antojo el idioma; simplemente se limita a “registrar” los cambios que se producen naturalmente, y a proscribir aquellos que atentan contra el sistema o la estructura del propio idioma. Pero lo que intentan los marxista y progresistas no es modificar el idioma, sino “ideologizarlo”, cargar de contenido ideológico unas reglas gramaticales que en realidad no lo tienen.
El lenguaje no ha sido un instrumento para discriminar e invisibilizar a las mujeres; pero al aceptar las propuestas del “lenguaje inclusivo” estamos implícitamente aceptando que el idioma, algo tan fuertemente enraizado en nuestra cultura y nuestra visión del mundo, puede ser “reconstruido” a partir de una lectura ideologizada. Y a partir del lenguaje se puede “ideologizar” absolutamente todo: nuestras conversaciones diarias, nuestras reflexiones, la política, el derecho, la filosofía, la historia, etc. Y ese es precisamente el objetivo principal de la gran guerra cultural en que está enfrascado el marxismo en nuestros días. La imposición del “lenguaje políticamente correcto” y del “lenguaje inclusivo” son apenas las primeras batallas de este gran enfrentamiento, en el que están en peligro nuestras tradiciones, cultura y libertad.
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