Con una vida dedicada a la docencia, la gestión educativa y la ...
Actriz, dirigente política y destaca figura de la historia argentina, Eva María Duarte (Eva Perón o simplemente Evita) llegó a tener una fuerte presencia en el imaginario colectivo del pueblo argentino como una figura benéfica y caritativa. Algo que no deja de tener una base real porque en su calidad de primera dama (estaba casada con Juan Domingo Perón) impulsó los derechos de las mujeres (sufragio femenino, igualdad jurídica de los cónyuges) y como directora de la Fundación Eva Perón construyó escuelas, hospitales, asilos, escuelas y viviendas populares, y otorgó becas a los estudiantes más pobres. Pero fue a partir de su trágica muerte, de una enfermedad fulminante (cuando estaba en la cúspide de su popularidad), que se convirtió en un figura mítica, uno de los mayores íconos de la cultura latinoamericana del siglo XX.
Como suele suceder con los personajes legendarios, existen varias versiones (hasta contradictorias) de muchos episodios de la vida de Evita. Para empezar, su nacimiento: ella afirmaba haber nacido el 7 de mayo de 1922 en la ciudad de Junín (Argentina), pero los especialistas han demostrado que nació tres años antes, en la zona rural del partido General Viamonte. Fue la última de cinco hermanos, en un hogar marcado por la pobreza, especialmente desde la muerte del padre (1926). En su adolescencia mostró afición por la actuación, a la vez que un gran interés en la política; y a los quince años de edad viajó a Buenos Aires, a hacerse una carrera como actriz. Poco después debutó como actriz profesional (1935), y llegó a desarrollar una mediana carrera artística, a través de actuaciones en el teatro, la radio y el cine. Para 1943 ya era presidenta de la Asociación Radial Argentina (ARA), primer sindicato de los trabajadores de la radio argentina. Poco después conocería a Juan Domingo Perón, coronel del Ejército y parte de la Junta Militar que entonces gobernaba a Argentina.
Lo siguiente es la parte más conocida de la historia: Perón se casa con Eva, ella lo apoya activamente y gracias a eso él obtiene la Presidencia en 1946. Durante ese gobierno, Evita se convierte en la mayor defensora de los pobres, de las mujeres y de los niños y jóvenes. Al final del periodo, Perón postula a la reelección y el pueblo exige que Eva sea la vicepresidenta, pero ella (ya enferma) no acepta. El 4 de junio de 1952 Perón asume su segundo Gobierno, ya encabezando el Partido Peronista. Eva muere poco después, el 26 de julio. El Gobierno declaró un mes de duelo. El velorio se realizó y duró dos semanas, durante las cuales el presidente estuvo todo el tiempo presente. El país se paralizó, y en todo el territorio se hicieron altares y procesiones en memoria de Eva. El entierro fue multitudinario y congregó a más de dos millones de personas. Pocos después, en 1955, el cadáver embalsamado fue secuestrado, y durante mucho tiempo pasó por las más extrañas peripecias, por varios países, hasta que fue repatriado en 1972. Todo ello es narrado en la novela Santa Evita (1995) de Tomás Eloy Martínez, una obra clave de la literatura latinoamericana reciente.
El filósofo y escritor peruano Alejandro Susti es autor del libro Seré millones. Eva Perón: melodrama cuerpo y dramaturgia, en el que combina la literatura con el análisis de la cultura de masas para estudiar las diversas maneras en que Eva Perón ha sido representada en fotografías, novelas, obras teatrales y películas (incluyendo el famoso musical Evita, de Tim Rice y Andrew Lloyd Webber; y su versión cinematográfica protagonizada por Madonna y Antonio Banderas) libros biográficos, etc. Es una aproximación sumamente interesante al mito de Eva Perón, que según Susti se sustenta en dos elementos muy propios de la cultura latinoamericana: el melodrama, parte fundamental de nuestro imaginario social (y que la propaganda peronista utilizó con mucha eficacia), y la fe religiosa, que hizo que muchos encontraran en Evita muchos de los atributos de la santidad: defensora de los pobres, fragilidad personal, muerte trágica, etc. Y todo ello, según Susti, fue impulsado por los medios masivos, que han cumplido un rol central en la construcción de este mito aún vigente y tan propio de nuestro tiempo.
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