Juan Sheput
Ya no es inexperiencia: es gigantesca irresponsabilidad
Lo de Puno no es solamente un problema regional
Nuestro país permanece en condición de adolescente desde el momento que no aprende de sus errores. A inicios de 1980, cuando Sendero Luminoso debutó en la localidad de Chuschi con atentados en el proceso electoral, la mayoría de opinantes en Lima señalaba que el problema era en Ayacucho, que estaba circunscrito a esa localidad. Sendero tuvo que debutar con sus atentados en Lima para que le dieran la debida importancia; pero ya era demasiado tarde. Subestimarlo había fomentado su fortalecimiento.
En estos días el Gobierno y sus amigos, congresistas y algunos promotores del statu quo, señalan lo mismo, que el problema de revueltas es de Puno, mientras que en el resto del país la situación es distinta. Nada más errado. Esa lógica ignora un principio básico de la política: que la violencia siempre tiene en el tiempo a un aliado e invita a que el movimiento de protesta de Puno se expanda, primero a las regiones circundantes, y luego al resto del país. Igualmente es errado creer que un shock de inversiones traerá estabilidad a una región que no tiene entre sus reclamos la ejecución de alguna obra en especial sino un reclamo político: que se adelanten las elecciones.
El problema de subestimar a Puno, de creer que se trata de un problema regional y focalizado es que, al igual que antes con Ayacucho, se convierta en una región al margen del Estado, en la cual mande ya no Sendero Luminoso, como en el siglo pasado, si no otras fuerzas ilegales como el narcotráfico, la trata de personas, la minería ilegal, el contrabando, el tráfico de madera. Si a eso agregamos que la influencia de Puno en el sur del país es gravitante (sobre todo en otra región tan importante como Arequipa) la irresponsabilidad del Gobierno y del Congreso sería gigantesca.
Pero la subestimación no se limita al ámbito local. Diversos congresistas y el propio Gobierno han respondido a la exhortación de diálogo entre el Gobierno y el Congreso, hecha por el subsecretario de Estado Brian Nichols, señalando que es una injerencia ¿Sabrán nuestros congresistas lo que es una injerencia? Las declaraciones de un personaje de la dimensión del subsecretario de Estado estadounidense son una preocupación, documentada, por el estado de la salud de la democracia en el Perú. Y es absolutamente válida y tiene consecuencias en la marcha del país. Por ejemplo, cualquier inversionista privado verá en esas declaraciones una advertencia, una alerta. Lo mismo pasará con las clasificadoras de riesgo. En esas condiciones la gran inversión se seguirá retrayendo. Ningún reclamo de injerencia evitará que las alertas se hayan encendido en el mundo por la situación penosa de la democracia peruana.
Es necesario volver a precisar que tanto el Congreso como la presidenta Boluarte se están comportando como si no se dieran cuenta de la grave situación que atravesamos. Ello ya no es ignorancia o inexperiencia sino gigantesca irresponsabilidad. Ante ella el adelanto de elecciones ya no equivale a una válvula de escape sino a un respirador que ayude a nuestra democracia a salir de los cuidados intensivos.
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