¡Ya basta de guerras!

Se está jugando con fuego y el gobierno pepekausa podría caer

Estimado lector, la extremada polarización fujimorismo/antifujimorismo podría llegar a niveles insospechados. Lo que era un casi rutinario roce de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo, amenaza convertirse en una bomba nuclear a la gobernabilidad. ¿Acaso el ministro Jaime Saavedra vale tanto? Incluso, sacando pecho y roncha, algunos medios y periodistas (analistas incluidos) comienzan a desplegar la idea de disolver el Congreso y convocar a elecciones parlamentarias. ¡Cómo si todo aquello fuese asunto ligero! Se está jugando con fuego. Las guerras absurdas siempre comienzan porque alguien tira del primer gatillo tontamente y luego silba hacia los costados. Basta de fuegos de artificio, el gobierno pepekausa podría caer. Y es en serio.

Si nos colocamos en el escenario más absurdo (disolución del Congreso o elecciones anticipadas) nada ni nadie garantiza que al gobierno pepekausa le podría ir mejor que ahora. Seamos honestos: mejores chances tiene el fujimorismo de lograr una campaña electoral decorosa. Pero todo lo anterior forma parte de guarismos incompletos y exageraciones alentadas por un sector mediático que quiere ver guerra santa donde debe primar la política. ¡No debe haber disolución del Congreso o elecciones anticipadas! Pedro Pablo Kuczynski debe acabar su gobierno.

Quizá, entre tanta bala y fuego cruzado, valga la pena que fujimoristas y pepekausas tomen un respiro y reflexionen sobre el momento republicano del Perú. Y que a partir de eso puedan arriar banderas de guerra. Nunca el Perú ha tenido cuatro elecciones sucesivas. Solo durante la denominada República Aristocrática el país tuvo una calma efímera; pero aquel país no es, ni por asomo, el de hoy. Ahora, la pobreza afecta a solo un quinto de la población, hay una enorme clase media emergente y todos los peruanos tiene ciudadanía, voto y propiedad ¿Hubo acaso otro momento tan singular como este? El Perú se encamina a la quinta elección democrática y sin interrupciones, y aquello sí es un verdadero milagro.

Por tanto, la consolidación de la república peruana no pasa por el insano enfrentamiento casi tribal entre pepekausas y fujimoristas, alentados —vale reiterar— por un sector de medios y periodistas cuyos nombres, apellidos y afinidades conocemos. Estos mismos medios y periodistas apoyaron al nadinismo-humalismo y ahora intentan dividir al Perú entre fujimoristas y antifujimoristas, de forma simplista. ¿Podrán salirse con la suya?

Desde el gobierno se debe mirar hacia el Perú por entero. Andahuaylas, Puno, Huaycán y los innumerables conflictos sociales alrededor de los sectores extractivos (hidrocarburos y minería) avisan que hay un rebrote del desorden y que estamos ante un gobierno débil. Ya hay quienes dicen que mientras el gobierno se divierte en la CADE y revalida el contrato social con la minoritaria clase empresarial, el Perú arde. Y arde en serio. A pesar de ello, ¿el ministro Saavedra seguirá intocable? Y en el fujimorismo la reflexión debería conducir hacia la organización de una mayoría responsable en el parlamento, en la calle y la constitución de una institucionalidad (partido) que aleje para siempre los nubarrones que ensombrecieron la casi inminente victoria de Keiko Fujimori en las reciente elecciones. Señores, se acabó el recreo.

Iván Arenas