Marco Sipán
Votar por PPK: una responsabilidad democrática
La mejor opción frente al populismo de derecha
Aunque nuestro país esté lejos de ser una sociedad democrática, al menos mantenemos un régimen político de competencia democrática, instituciones formalmente autónomas y procedimientos consensuados. Pero, ¿Por qué luego de quince años de alternancia democrática y de crecimiento económico buena parte de población peruana vuelve a simpatizar con una agrupación que instaló una dictadura criminal en el Perú?
Porque en nuestra “democracia que debe integrar ciudadanos, sin exclusión del poder político, con un sistema de valores de igualdad y libertad: la vigencia del sufragio universal, el pluralismo y la competencia partidaria” (Sipán: oct. 2015) el reconocimiento de los derechos civiles y el respeto a la división de poderes, nunca existió. En estos tres gobiernos post-Fujimori no fueron las cosas así, pues cundió la corrupción y los niveles de la desigualdad e inseguridad crecieron abismalmente. Además de la ausencia de dirección social y de consensos colectivos, nuestro sistema político —que debería ser mediador entre el Estado y la sociedad civil—, no existe. Las instituciones están desacreditadas y buena parte de las autoridades, de todos los niveles de gobierno, están coludidas con la corrupción y han terminado legitimando un “sentido común” de aceptación de la corrupción.
Todo esto hace que socialmente se haya entrado en una compleja reconfiguración del sentido moral. La actitud pragmática a ultranza de diversos sectores de la población los lleva a respaldar opciones políticas antidemocráticas y criminales, a cambio de los beneficios a través de las políticas públicas o ausencia de regulación. Es algo filosóficamente moderno, socialmente occidental y económicamente capitalista: la constitución de una razón cínica, en épocas de globalización neoliberal, que ha generado crisis en Europa y el propio EE.UU. La izquierda, los progresistas y la derecha liberal tienen que aprender a enfrentar este fenómeno político, y para eso la participación política a nivel micro es indispensable.
El presente proceso electoral no es una excepción, pues nuestra historia está marcada por caudillos corruptos con mucho respaldo popular. Antonio Zapata, en su reciente libro Pensando a la derecha, describe el recorrido del “clientelismo de derecha”, que tiene como antepasados políticos del fujimorismo,al general Oscar R. Benavides y el general Manuel A. Odría. Estas corrientes, conocidas también como populismos de derecha, se han caracterizado por constituir redes con la población de sectores marginales urbanos y rurales. También han estados cargadas de corrupción y de violaciones de los Derechos Humanos.
Este fin de semana se definirá, a través de elecciones, al próximo gobierno. La disputa es entre organizaciones políticas de derecha, que coinciden en la implementación del modelo neoliberal y mantienen la misma dependencia política de los EE.UU. Aun así mantienen diferencias: la derecha que representa Pedro Pablo Kuczynski, es una derecha tecnócrata que antes fue ideológica, y ha servido a los caudillos o a los gobiernos de los partidos en la administración del Estado. Hoy abrazan el neoliberalismo en lo económico y el clásico liberalismo en lo político, al menos en apariencias. Aun así es mucho más democrática que la propuesta autoritaria que representa el fujimorista. Votaré por PPK reconociendo que en lo económico seguirán las cosas igual y en lo político también. Es la única opción ante el retroceso que representaría el retorno al poder del fujimorismo.
Marco Sipán
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