¡Vizcarra sí cumple! ¡Vizcarra se queda!

Estimado lector, si usted no lo sabe yo le informaré que en los últimos días han aparecido pintas en varias regiones del Perú con la frase ¡Vizcarra sí cumple! ¡Elecciones 2021! Asimismo, a las frases anteriores –a veces– se les acompaña con ¡Vizcarra se queda! Bueno, ¿cuál es el objetivo de semejante campaña, que todo indica que sería desarrollada por el Ejecutivo en plena crisis de la pandemia y probablemente con recursos estatales? La política no admite inocencias, estimado lector. Veamos.

Curiosamente, dicha campaña calza con el anuncio del presidente Vizcarra, días atrás, en el que convoca a elecciones para abril del 2021. En dicho anuncio el Presidente sostuvo –una vez más– que no tenía la pretensión de quedarse más allá del 2021. Por supuesto, el sector vizcarrista celebró el anunció y se los restregó a los adversarios que indicaban una engañosa pretensión de quedarse en el poder. “¿Qué dictador convoca a elecciones?”, argumentaron los defensores del vizcarrato.

Honestamente, si uno revisa el camino del presidente Vizcarra hacia el poder encontrará que en más de una ocasión no ha cumplido con quienes eran sus leales compañeros de camino político. Y sabido es que fue uno de los que maquinó la caída del ex mandatario Pedro Pablo Kuzcynsky, de quien fue jefe de campaña. En suma, no ha cumplido con su palabra. Se puede decir entonces que Vizcarra es un “maquiavélico puro”, pero no en el sentido romántico del asunto, sino que –todo lo indica así– el presidente hace y haría cualquier cosa para llegar y permanecer en el poder. Razón de Estado, le dicen.

Vizcarra se ha ganado el rencor de muchos adversarios, quienes se han declarado enemigos jurados del moqueguano. Vale advertir que bajo el manto de una supuesta lucha anticorrupción, el Presidente –con el apoyo de algunos medios subvencionados por el Estado, fiscales afines y periodistas– desarrolló un feroz linchamiento político contra sus adversarios, en el marco de las delaciones de los ex funcionarios de Odebrecht. Recordemos que Alberto Fujimori, hoy preso, en su momento de apogeo y con todo el poder en sus manos, también desarrolló campañas contra sus adversarios políticos. Hoy está en el fundo Barbadillo. 

No obstante, si Vizcarra es inteligente debe saber que sus hoy socios –la izquierda caviar, que tiene vocación estatal y ha avanzado firmemente en el aparato del Estado y un sector mediático importante– mañana más tarde le podrán quitar el apoyo que hoy le dan y se quedará solo. Más solo incluso que Alberto Fujimori, que tenía todavía, luego de muchos años de dejar el poder, a Fuerza Popular.

Vizcarra sabe que si no actúa ahora su futuro podría ser negro. Si algo ha caracterizado a Vizcarra es jugar siempre más allá del marco constitucional, y de allí que siempre saque una sorpresa de la chistera. Nunca den por muerto a quien detenta el poder del Estado. 

La última pelea entre el Congreso y Vizcarra es solo un amague de lo que podría venirse. Vizcarra ha recibido un mazazo del Congreso, y se nota que no está tranquilo. Así que es altamente probable que en las próximas semanas anuncie alguna sorpresa preparada por sus consejeros. Ojo al 28.

¿Se le debe creer a un presidente que aparentemente ha liderado una cruzada contra la corrupción, aunque dicha cruzada solo haya servido para arrinconar a sus adversarios políticos, mientras los brasileños de Odebrecht manejan los tiempos de la investigación? ¿A un presidente que ha gestionado mal la contención de una pandemia? ¿A un presidente que tiene más de 40 investigaciones, entre ellas varias por presunta corrupción, y que ha sido apoderado de una empresa constructora? ¿A un presidente cuyo verbo es la meritocracia, pero al que constantemente le saltan los casos de empleos y prebendas a cuñados y amigos? ¿A un presidente que le hace un putsch a quien fuera su jefe? Yo no creo que se vaya tan fácilmente. Ojalá me equivoque.