Javier Agreda
Veinte años de “Los cuadernos de don Rigoberto”
Una de las novelas más “literarias” de Mario Vargas Llosa
Cuando Mario Vargas Llosa publicó El elogio de la madrastra (1988) pocos pudieron advertir que tras esa breve novela se ocultaba una interesante propuesta narrativa. Con la aparición de Los cuadernos de don Rigoberto (1997), mucho más ambiciosa y compleja que su predecesora, esta propuesta alcanzó su cabal desarrollo y finalmente pudimos entender la poética detrás de esa lúdica conjunción de erotismo, fantasía, arte y prosa esmeradamente trabajada.Una de las facetas menos apreciadas de la obra del Premio Nobel de Literatura 2010.
Los sucesos narrados en los Cuadernos... son muy simples. Después de la ruptura entre Rigoberto y Lucrecia (narrada en El elogio... ) Fonchito comienza a visitar a su madrastra y simultáneamente se inicia una extraña correspondencia amorosa entre los esposos, la que sustenta la reconciliación de la pareja. Junto con estos acontecimientos, el autor presentaba abundante material proveniente de los cuadernos en los que Rigoberto, en la soledad de su hogar, hacía anotaciones de muy diversa naturaleza: comentarios a libros y pinturas, reflexiones y teorías personales sobre los más variados temas, relatos de sus fantasías eróticas, etc.
El contraste entre la anodina vida diaria de Rigoberto, ejecutivo de una compañía de seguros, y el riquísimo mundo de su fantasía nos remitía inevitablemente al antecedente literario de Alonso Quijano, el Quijote de la novela clásica de Miguel de cervantes. MVLL juega con este referente ya desde los nombres de los personajes: don Quijote – don Rigoberto, Dulcinea – Lucrecia, Sancho – Foncho. Las novelas de caballería han sido reemplazadas aquí por literatura y pintura moderna, pero la dinámica es la misma. El amor sigue siendo el elemento central; la mujer debe ser trasladada al universo ficticio para ser amada. Y también Sancho-Foncho es el encargado de poner la cuota de realidad necesaria para que se concrete esa relación.
El paralelismo también se da en aspectos estructurales, formales y hasta en el tono humorístico dominante. Como don Quijote, Rigoberto reflexiona con mucha originalidad e ironía sobre una gran variedad de temas (arquitectura, deporte, patriotismo). Ambas novelas, además, incluyen material de muy diversa índole (narraciones, cartas, ensayos) y ponen especial énfasis en las parodias y las sátiras. Pero en lo que más se acerca MVLL a Cervantes es en el juego entre los diversos niveles de la ficción (entre la fantasía pura y la realidad), al punto que muchas veces no sabemos si lo que leemos pasó realmente o solo es otro texto sacado de los cuaderno de Rigoberto.
El origen de esta novela puede encontrarse en la vieja admiración de MVLL por una cierta "literatura literaria", que estaría representada por las obras de Borges, Nabokov y algunos otros autores. Una literatura "enteramente construida a partir de las literaturas preexistentes y de un exquisito refinamiento intelectual y verbal", según nos explica en su libro de ensayos La verdad de las mentiras, y que exige un lector "que considere sus misterios, trate de resolver sus acertijos, desentrañe sus alusiones y reconozca las parodias y pastiches de su hechura". En ese mismo texto —un comentario a Lolita de Nabokov— encontramos otros elementos que MVLL retomaría para su novela: "una burla incesante de instituciones, profesiones y quehaceres... una crítica feroz de la clase media, una sátira de su mal gusto, de la ingenuidad de sus ritos y de la inconsistencia de sus valores". Todo esto está presente en Los cuadernos... aunque no con la consistencia o la resolución que el autor hubiera deseado.
Es largo el recorrido que llevó a MVLL desde su inicial propuesta de una "novela total" —término de estirpe flaubertiana con evidentes resonancias sociológicas, pero tomado seguramente de Lukacs— hasta la "literatura literaria", escrita con "ironía y distanciamiento, desde un refugio de ideas, libros y fantasías". Un recorrido paralelo al que lo llevó de ser un marxista procubano a convertirse en uno de los más radicales intelectuales liberales del mundo de habla hispana. No es extraño que Rigoberto resulte finalmente la encarnación más pura del liberalismo y la individualidad, incluso en sus problemas personales: su soledad raigal, su falta de solidaridad y de comunicación hasta con sus parientes más cercanos. Problemas apenas compensados por una libertad y un hedonismo que muchas veces resultan contradictorios.
Extraña mezcla de Cervantes y Nabokov, Los cuadernos de don Rigoberto es, antes que nada, un complejo y ambicioso ejercicio de estilo, una muestra del peculiar sentido del humor y de la faceta más experimental de la creatividad de su autor. Una novela que, sin llegar a estar entre lo mejor que ha escrito MVLL, no desentona en absoluto dentro de su notable trayectoria literaria.
Javier Ágreda
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