Heriberto Bustos
¿Utilizando a los maestros?
La compleja problemática educativa peruana
En una coyuntura política caracterizada por un ascenso en términos de popularidad del presidente Vizcarra y por la calma en el movimiento social —debida a las expectativas que generara la iniciativa del Ejecutivo, por presionar a los poderes Judicial y Legislativo a la realización de cambios importantes en una dirección coincidente con las expectativas de gruesos sectores de la població— los maestros son informados de la decisión gubernamental de incrementar sus salarios en S/ 200 soles al próximo año y de intervenir la Derrama Magisterial.
Al parecer, este anuncio pretendía movilizar y comprometer a los docentes en el crecimiento de la popularidad presidencial; sin embargo, lo que ha ocurrido es una reacción de rechazo en cadena al tratamiento salarial. Y las respuestas no se han dejado esperar: las tres fracciones o dirigencias —CEN del SUTEP, SUTE Regional Cusco y los denominados SUTE Regionales, encabezados por los profesores Velásquez, Meza y Castillo respectivamente— han elevado el grito de protesta y a la vez cerrado filas con sus agremiados en defensa de sus intereses económicos.
Este fin de semana, en reuniones distintas, los maestros abordaron el inicio de una huelga nacional indefinida: los cusqueños acordaron iniciarla el 17 de setiembre, el CEN del SUTEP no decidió fecha (a la espera de dialogar con el ministro), y las denominadas Bases Regionales, tras su fallido intento, la suspendieron para el mes de octubre, siendo probable su adelanto. De modo que un tema de carácter sectorial se va transformado en un asunto nacional, en tanto las diferencias políticas, que en cierta medida los anulaban para la acción, han sido avivadas por un anuncio a todas luces errado, tanto en la forma como en el contenido.
Entendemos que no es fácil resolver el problema económico con aumentos en la medida que lo proponen las dirigencias, y que la caja fiscal tiene serias limitaciones para responder positivamente a estas demandas. No obstante, hay que abordarlas, y con mayor razón si asumimos la importancia de la educación en el desarrollo del país. En ese marco, comprenderemos el porqué de la meritocracia, de las evaluaciones de desempeño y de los procesos de capacitación, así como su articulación con el reconocimiento económico. También entendemos que la Derrama Magisterial debe estar de verdad al servicio para el que fue creada. Y si de por medio hay dinero de los maestros, su gestión debe ser fiscalizada por las instancias responsables de ello, constituyendo su democratización un paso necesario.
En la perspectiva de abordar la problemática educativa en su integridad, la Alta Dirección del Ministerio de Educación, en el periodo del ex ministro Vexler, encargó a la Oficina de Diálogo que, junto a la conformación y funcionamiento de las mesas técnicas, aborde prioritariamente la construcción de acuerdos regionales por la educación, bajo el liderazgo de los gobernadores regionales. Para ello se comprometió la participación del Estado, en sus distintos niveles de gobierno, las instituciones públicas, los gremios magisteriales, los padres de familia, las asociaciones, las iglesias y el sector privado, para encarar la problemática educativa y convertirla realmente en el eje del desarrollo regional. Una acción que fuera desestimada por la actual gestión ministerial, en una postura de “borrón y cuenta nueva”.
En estas circunstancias de disconformidad, vale recordar que actitudes de soberbia, hace justamente un año, llevaron a una crisis de graves consecuencias económicas, políticas y sociales, trayendo abajo a la ministra Martens y con ella a todo el gabinete Zavala. Superemos errores para que el país no reciba como una bofetada en el rostro la afirmación de Marx: “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.
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