Dardo López-Dolz
Urge una nueva DINI
Con una visión holística, tanto militar como policial
A estas alturas de la historia, el papel de la información deberá estar claro para todos, pero la información es inútil si no estamos en capacidad de entenderla. Las agencias de inteligencia operativa y otras instancias del gobierno central recogen diariamente información suficiente para llenar a diario una guía telefónica. Para que sea útil para la toma de decisiones (la función de los gobernantes), es necesario clasificarla, identificar lo relevante y analizarlo todo en conjunto y a la luz de las experiencias pasadas. De ahí la necesidad urgente que tiene el Gobierno de contar con una Dirección Nacional de Inteligencia concentrada en el análisis inteligente y continuo de la información proveniente del interior del país y del exterior.
PPK heredó de la dupla Humala-Heredia una institución viciosa, que fusionó la vieja concepción castrense de la dictadura militar (delante de cuyas narices se gestaron SL y el MRTA) con la malas costumbres del tiempo en que ahí reinó Montesinos. Por eso se concentró en el ilegal e inútil espionaje político a amigos y adversarios (reales e imaginarios), mientras al gobierno se le escapaban todas las palomas. Así durante esos cinco años la inseguridad y la conflictividad social se desbordaron a niveles paralizantes, a tal punto que es válido pensar si, como en Venezuela, no fue descuido sino mala intención deliberada de algunos.
De ahí la importancia que este gobierno designe pronto un Director Nacional de Inteligencia con claras credenciales democráticas y que entienda la necesidad de una aproximación holística, en la que el ángulo de visión policial y militar estén presentes, pero que estos no sean exclusivos. Dejar la institución a cargo de quien recibió el encargo de Humala-Heredia genera una lógica desconfianza, independientemente de las capacidades profesionales y personales que pueda tener la persona a quien se otorgó tal dirección para una reorganización de mentirillas.
En este mundo globalizado, los tradicionales frentes externo e interno se entremezclan. No solo el crimen organizado cruza fronteras de ida y vuelta, sino que la manipulación deliberada del descontento por un Estado ausente también lo hace, generando conflictos sociales sociales. En la escalada de muchos de los conflictos más sangrientos de la última década en el Perú, estuvieron presentes actores políticos bolivianos y venezolanos, presumiblemente entrenados por La Habana. Si Colombia alcanza el polémico acuerdo de paz con las FARC, muchos combatientes quedarán desocupados y, sin conocer otro oficio, es muy probable que crucen la frontera; y no solo para descansar, como lo vienen haciendo.
Para avanzar positivamente en materia de seguridad ciudadana, todo gobierno requiere la permanencia razonable de gente capaz en los cargos esenciales para la lucha contra la inseguridad. Algo que se torna imposible si, como ha sucedido hasta ahora con la mayoría de los últimos 21 ministros del Interior, estallan sorpresivamente en su camino problemas severos de inseguridad o escalan violentamente los conflictos sociales.
Tanto para enfrentar los riesgos o amenazas provenientes de fuera de nuestras fronteras, como para hacer frente con eficacia a los más complejos escenarios internos, es necesario contar con un equipo profesional de alta calidad intelectual y cabal comprensión de nuestra idiosincrasia, abocado a la confección y seguimiento de escenarios alternativos, y capaz de dotar al poder político de las herramientas necesarias para la toma de decisiones. Un equipo comprometido con el país, no solo con el gobernante de turno,ni con el anterior.
Hay decisiones para las que treinta días resultan una eternidad.
Dardo López-Dolz
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