Erick Flores
Unasur y la historia de la izquierda
Lo mejor para la región sería que el organismo desaparezca
La Unión de Naciones Suramericanas —creada en 2008 por el tristemente célebre y hoy fallecido ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez— ha sufrido uno de los golpes más duros desde sus inicios. Y es que seis naciones han anunciado el cese de su participación debido a tensiones internas con los gobiernos de Venezuela y Bolivia principalmente. Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay se cuentan entre los países que han expresado su intención de abandonar la comunidad por considerar que se trata de un organismo que viene caminando sin rumbo claro en la región. Y esto queda demostrado por los logros de otros organismos internacionales de la región; como la Alianza del Pacífico, que trabaja temas específicos y tiene un papel importante en la región en términos de crecimiento y generación de riqueza.
La intención detrás del nacimiento de Unasur siempre ha sido la de conformar un bloque político-económico que permita que las naciones del sur puedan integrarse entre sí, bajo un ideario bastante claro y marcado —principalmente— por el sentimiento antiamericano que entusiasmó a sus iniciadores. Y al margen de los argumentos que han motivado la salida temporal de las naciones antes mencionadas, resulta evidente que una de las más poderosas amenazas a la existencia de este organismo es el viraje político que se viene dando en toda la región.
Con la salida del poder de personajes como Rafael Correa, Cristina Fernández de Kirchner, José Mujica, Dilma Rousseff y Ollanta Humala, el espectro político de izquierda —que dominaba el escenario latinoamericano desde hace varios años— se está debilitando en forma progresiva; y si a esto le sumamos el último escándalo de corrupción que ha terminado con Lula Da Silva en la cárcel, la crisis política venezolana (que ha implicado que miles de sus ciudadanos huyan del infierno en el que viven gracias al socialismo), y la represión brutal que hoy padece la población civil por parte del gobierno en Nicaragua, estamos hablando de uno de los momentos más difíciles que la izquierda ha atravesado en esta parte de la región.
En este sentido, la Unasur nunca ha dejado de ser el instrumento político que les permite a los gobiernos de izquierda amplificar sus mensajes hacia el resto de la región. Una suerte de cruzada ideológica que despertaría, entre otras cosas, la conciencia en la sociedad latinoamericana respecto a las decisiones de los Estados Unidos y terminaría de generalizar el sentimiento antiamericano en toda la región. Sin embargo, el proceso político demuestra que los escenarios se alejan cada vez más de ese sueño descarnado al que siempre nos conduce la izquierda en general. Para nuestra suerte, el deterioro moral en las sociedades donde la izquierda ha tenido la ocasión de gobernar, ha puesto de manifiesto la absoluta inutilidad del conjunto de ideas que conforman su plataforma política y económica. Y pese a la negación constante que puede existir en la izquierda, la historia termina siendo lapidaria.
Si la Unasur llegará a desaparecer o no, ya es materia de especulación. A la luz de los hechos, lo mejor para la región sería que el organismo desaparezca, por todo lo que significa; pero como estamos hablando de cuestiones políticas, lo cierto es que cualquier cosa puede pasar. Sin embargo, todo este asunto nos deja una lección muy importante para el futuro de nuestra sociedad: asumir la plena consciencia de los resultados que nos esperan si caminamos hacia la izquierda. El gran problema está en que los resultados de la derecha, pese a ser comparativamente menos malos que los de la izquierda, tampoco representan un ideal por el que vale la pena luchar. Al final de cuentas, no debemos olvidar que estamos hablando de espectros políticos, cuya única intención es la conquista del poder y su posterior conservación, y no las necesidades y preocupaciones que tengamos como sociedad.
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