Berit Knudsen
Una luz al final del túnel
La elección de José Williams como presidente del Congreso
Incompetente es aquel que no solo llega a conclusiones erróneas o malas decisiones, sino que también carece de la capacidad para darse cuenta de sus deficiencias. La llamada “incompetencia inconsciente”, opera a tres niveles: no saber lo que debe saber, saber mal lo que se sabe y saber lo que no debería saberse”. De ahí el dicho que proclama que “la ignorancia es atrevida”.
Pedro Castillo es incompetente y mentiroso, y se rodea de personajes con oscuros o dudosos perfiles. No respeta al Perú, a los peruanos y tampoco a la justicia. Esta peligrosa combinación de ingredientes se traduce en inestabilidad política, económica y social, y en desconfianza en el Estado. ¿Qué sentimientos genera Pedro Castillo en los peruanos? Incertidumbre, cólera, miedo, decepción y desconfianza en un gobierno que, según la opinión del 66% de los peruanos, no concluirá su mandato. Y aunque no conocemos el futuro, todo indica que así será.
Este desgobierno necesita de las Fuerzas Armadas y policiales para garantizar su permanencia, someter y atemorizar a la población. Es ahí donde radica la importancia de tener un general de División, a un ex jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, como José Williams, presidiendo el Congreso. Él deberá, convocando a los parlamentarios, desarrollar una estrategia, formar alianzas, sumar voluntades con todos aquellos que compartan el sentir de la mayoría de los peruanos: “librarnos de este nefasto gobierno”.
¿Pero qué podemos rescatar de esta crisis? Tomar conciencia de que la corrupción, sumada a la ignorancia e incompetencia es una combinación que nuestro país no puede volver a admitir. Entender que se necesitan muchas reformas, comenzando por la de la Constitución, para lograr que nunca más nos gobierne la incapacidad. Se necesita un código electoral y supervisar la catadura moral de los miembros del sistema electoral.
Los partidos políticos son responsables de formar a sus representantes, presentados luego como candidatos para gobernarnos. No pueden ser grupos improvisados que incluyan a personajes de dudosa procedencia. Necesitamos un Estado eficiente, verdaderos gobiernos regionales, con funcionarios de la gestión pública que hagan posible la simplificación administrativa, la transparencia, el control de los procesos y romper con esa burocracia que va de la mano con la corrupción.
Pero finalmente el Estado debe trabajar para el pueblo. ¿Cuáles son hoy las prioridades de los peruanos? Combatir la corrupción y la inseguridad ciudadana, y lograr la reactivación económica. Pero la realidad es que las familias, fundamento de la sociedad, buscan una buena educación, asistencia en salud y alimentación para sus hijos, un techo y el respeto a la propiedad privada. Necesitan un trabajo digno o la oportunidad para desarrollar un emprendimiento que les ofrezca un ingreso que garantice la protección de sus dependientes. Se necesita confianza y estabilidad económica para que las nuevas capas que forman la clase media precaria se fortalezcan y que no vuelvan a sufrir las carencias que creyeron superadas. Todo esto no será posible si el Estado no contribuye con la infraestructura necesaria para hacer realidad estas demandas.
Esta crisis nos hace comprobar la dramática realidad que vivimos, creando una conciencia que facilite los urgentes cambios en nuestra sociedad. Este gobierno nos muestra las constantes amenazas a las que estamos expuestos, marcando el rumbo que no queremos volver a recorrer. En este escenario, es indispensable el compromiso de todos, ciudadanos, empresarios, políticos y demás actores del Estado.
Finalmente es la educación el principal pilar de nuestra sociedad, que permitirá alcanzar estos objetivos a mediano plazo. Solo una población con peruanos preparados podrá garantizar nuestro futuro. Estos jóvenes, con una buena formación, principios, valores, conocimiento de nuestra realidad y un profundo amor por el Perú harán posible un mejor país. Solo ciudadanos preparados podrán formar parte de los cuadros políticos, representando luego a sus pueblos en alcaldías y gobernaciones, en puestos estatales, en un Ejecutivo y Legislativo que sean un ejemplo de honradez y compromiso con nuestra nación.
Hay mucho trabajo por hacer, eso es indudable, pero esta coyuntura evidencia la urgencia de estas reformas. En este objetivo no podemos olvidar las grandes brechas entre Lima y nuestras provincias; con gobiernos regionales también inoperantes por las mismas razones que este gobierno es incompetente. Es necesario salir de nuestra zona de confort y acercarnos a las provincias, buscar el compromiso de las empresas y empresarios que en esta emergencia nacional también son llamados a contribuir para lograr los objetivos nacionales.
COMENTARIOS