Guillermo Vidalón
Un Perú mejor
Gracias al impulso de la minería
¿Podemos construir un país mejor? Es una de las preguntas que nos invaden cuando vemos que cientos y miles de jóvenes deciden irse en busca de otros destinos que les resulten más auspiciosos. Lo más difícil para una nación es perder a su juventud más calificada, porque en adelante serán menores las posibilidades que dispondrá para superar los desafíos del futuro.
Cuando sucede el fenómeno de la migración uno pregunta a la juventud por qué te vas si la generación anterior enfrentó un país más complejo, con actores violentos dispuestos a ocasionar un derramamiento de sangre –según decían– en busca del marketeado “ideal superior”, para terminar siempre satisfaciendo la ambición de una cúpula dirigencial. Eso registra la historia en países donde “triunfó la revolución y perdió el pueblo”: Cuba, Venezuela, Nicaragua, entre otros donde la democracia es una parodia, el pan está ausente y la prisión es el espacio donde los opositores ejercen la libertad.
Que la juventud viaje con fines de alcanzar una mejor calificación y luego retorne para aportar lo aprendido o desarrollar sus propios emprendimientos es lo más razonable. Abandonar su lugar de origen implica también una responsabilidad en un país que requiere de hacedores.
Existe una responsabilidad en quienes no supieron administrar o se aprovecharon indebidamente de recursos públicos, efectivamente; pero, esa circunstancia no exime de responsabilidad a los ciudadanos de las nuevas generaciones, ellos también deben hacer algo para mejorar.
Cierto es que el Perú es complejo, demanda dedicación, estudio, análisis, reflexión y acción. Investigar para hallar sus potencialidades, analizar cómo hacer para complementarlas y generar ventajas entre unas y otras actividades, reflexionar para definir el rumbo hacia el cual debemos orientar nuestros esfuerzos, y, decisión para tomar acciones.
El territorio nacional es megadiverso, multilingüe y pluricultural. Sin embargo, no ha puesto en valor esa potencialidad en la dimensión que se requiere para emprender el cierre de las brechas sociales que convertirían al Perú en un país más atractivo para para sus propios ciudadanos. El cierre de brechas genera empleo, reduce la pobreza, propicia la cohesión social y fortalece la institucionalidad, lo que retroalimenta las posibilidades de alcanzar ese ansiado estadio que se denomina desarrollo.
En la actualidad, las posibilidades de desarrollo en el Perú se sustentan principalmente en la ejecución de la cartera de proyectos mineros y, el punto de quiebre en positivo es poner en operación los yacimientos de Tía María en una zona desértica en el distrito de Cocachacra, provincia de Islay, región Arequipa.
Tía María se constituye en un punto de quiebre porque brindará la oportunidad de consolidar la alianza entre la agricultura y la minería; y, por ende, relanzar el conjunto de actividades económicas en el país para empezar a construir el Perú que hoy demandan los jóvenes. Con Tía María se emprenderá la construcción de la infraestructura hídrica que brinde agua regulada al Valle de Tambo, poniendo fin a más de 60 años de espera.
Además, se iniciarán las obras de construcción de dos gasoductos, un ramal con dirección a la ciudad de Arequipa y el otro hasta la provincia de Ilo, pasando por Islay. Dicha infraestructura motivará la construcción de una planta petroquímica para producir fertilizantes en favor de la agricultura del sur del país: Majes Sihuas II, las pampas de Caravelí e Ilo, y, la ampliación de la frontera agrícola en el valle de Tambo.
Diversidad de opiniones siempre habrá, son legítimas, pero lo responsable es proponer opciones de desarrollo y definir una alternativa, como la propuesta de la minería para el Perú.
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