Arturo Valverde
Un delirio
Más apuntes sobre la novela “Los hermanos Karamasov (1880)
Querida hermana:
Cada día me acerco más al final de Los hermanos Karamásov de Dostoievski, una emocionante novela, pero además una novela que expone los innumerables recursos de este gran escritor.
Te pido que busques el capítulo llamado “Un delirio” y leas el siguiente párrafo:
Cerró los ojos, sin fuerzas, y pareció como si se quedase adormilada un instante. La campanilla, en efecto, había sonado lejos y, de pronto, se había dejado de oír. Mitia reclinó la cabeza en el pecho de ella. No se dio cuenta de que dejaba de sonar, tampoco advirtió que de súbito cesaron las canciones y, en vez de las canciones y del alboroto de los borrachos en toda la casa se hacía un silencio de muerte.
Grúshenka abrió los ojos.
—¿Qué es eso, me he quedado dormida? Sí… la campanilla… He dormido y he tenido un sueño: iba en trineo por la nieve… la campanilla sonaba y yo me adormecía. Iba con mi amor, contigo. Lejos, muy lejos… Te abrazaba y besaba, me apretaba contra ti, parecía sentir frío, y la nieve brillaba… ¿Sabes? Cuando la nieve brilla, y la luna nos mira, y parece que una no está en la tierra… Me he despertado y mi amor está junto a mí, qué bien…
—Junto a ti —murmuró Mitia, besándole el vestido, el pecho, las manos. Y de pronto se le figuró algo raro: le pareció que ella miraba de frente hacia él, pero no a él, no a su cara, sino por encima de su cabeza, con una mirada fija y extrañamente inmóvil. Un repentino asombro, casi miedo, se reflejó en su rostro
—Mitia, ¿quién está mirando desde ahí? —balbució”.
Cuando leí este diálogo entre Mitia y Grúshenka, bastante dramático, diría que me he sentido trasladado a los diálogos shakespearianos. Hay algo teatral en su composición, en su ritmo, en la intensidad que reflejan ambos personajes. “¿Quién está mirando desde ahí?”, dice Mitia, al igual que el actor que invoca a un poder superior, como si llamara al destino desde las tablas, rodeado de un público a la espera de lo inevitable.
He marcado con mi lápiz esta parte del diálogo y he escrito al borde sus páginas: “esto parece teatro”, porque así lo he sentido. Repentinamente, Los hermanos Karamásov me han recordado aquellos días en que leía las obras de Shakespeare.
Me gustaría que leas este fragmento y me digas si la impresión es solo mía o quizás compartes la misma idea.
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