Guillermo Vidalón
Trascendencia del deporte y la farándula
Modelos de dinámicas sinérgicas como las que se necesitan en la política
Escribir acerca del deporte y la farándula podría significar un riesgo para quien tiene acostumbrado a sus lectores a tratar temas orientados a la economía y la política. Pero sucede que todas las actividades humanas se encuentran concatenadas y cumplen fines específicos orientados hacia una gran virtud. Recientemente, hemos presenciado la mayor y más próxima competencia deportiva del mundo, las Olimpiadas de Río de Janeiro, en Brasil, evento en el cual miles de atletas procedentes de diversos países se enfrentaron para ver quién o quiénes son los mejores en diversas disciplinas deportivas.
En todos los casos, cuando la prensa entrevista a algún deportista de una disciplina que se practica en forma individual, el mensaje es de perseverancia y disciplina para alcanzar un propósito. Cuando se trata de un deporte de conjunto, lo que prima es el sentimiento de pertenencia a un grupo destacado, a un equipo. Cada uno de los integrantes del grupo conoce de las fortalezas del otro, y la labor de todos es generar sinergias. Como equipo suelen lograr posiciones más destacadas que como individualidades.
Algo similar ocurre cuando se trata de un espectáculo artístico, una presentación de un grupo musical o un grupo teatral o cualquier otra manifestación artística. Puede ser producto de una descollante individualidad o de un conjunto de personas que saben que unidas brillan más, o que secundan al líder apuntalándolo para que sus presentaciones sean lo más admirable.
A veces, esto que es tan fácil de comprender cuando se trata de actividades artísticas o deportivas, generalmente resulta mucho más complejo de entender en otras actividades humanas. La política forma parte de ese conjunto de actividades que desarrollan las personas. Se constituye también en una reflexión sobre el destino del país, su origen y su finalidad teleológica, pues cada ciudadano tiene la posibilidad de trascender su individualidad para empezar a cavilar sobre su entorno, sobre el otro y los otros. También, acerca de cómo sumar las aptitudes y habilidades de unos en beneficio del conjunto, y luego diseñar en sus mentes que es posible conformar un equipo y pasar de la potencia a la concreción de la esperanza, de la promesa, del sueño colectivo.
¿Qué se requiere? Conocer y reconocerse. Ser conscientes de sus respectivas limitaciones, así como de sus ventajas. Cuando se asume la falibilidad, se da un paso importante en el proceso de maduración individual y colectiva. No existe alguien que lo pueda todo, como no existe quien no tenga nada que aportar. En el Perú aún tenemos muchas limitaciones que superar, pero quizás la mayor traba sea que cada uno escogió y se enamoró de un árbol, perdiendo la perspectiva del bosque. Quizás por eso resulta tan difícil respaldar a un líder o conformar un equipo.
El deporte y la farándula (me refiero a aquella que trasciende y no a la que devela las más profundas debilidades humanas) son también, modelos de dinámicas sinérgicas en estado de competencia permanente; como las que requieren asumir las colectividades de los países si realmente anhelan avanzar hacia el desarrollado y mantenerse en él.
Guillermo Vidalón del Pino
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