Úrsula Letona
Tía María y el futuro del Perú
Ante la irracional oposición de la izquierda
En la semana pasada recibimos una buena noticia, aunque bastante tardía: se otorgó la licencia —por parte del Ministerio de Energía y Minas— para la construcción del proyecto Tía María, un proyecto que inyectará aproximadamente US$ 1,500 millones de inversión a nuestra alicaída economía. A inicios de este año se proyectaba un crecimiento de 4%, pero la actualización de esa proyección arroja un crecimiento cercano al 3%. Esta diferencia significa una gran cantidad de puestos de trabajo perdidos y reducción significativa de recursos tan necesarios para luchar contra la pobreza y dotar a la población de mejores servicios públicos, especialmente a los más necesitados.
No obstante esta difícil situación de nuestra economía, la primera reacción de la izquierda ante la autorización otorgada al proyecto Tía María ha sido proponer la interpelación al Ministro de Energía y Minas por permitir, según ellos, que se ejecuten proyectos de inversión en nuestro país. Esta autorización —de las excepcionales que se han dado en este Gobierno—, bien lo ha señalado Waldo Mendoza, coadyuvará a superar la ralentización de nuestra economía y todos los efectos que genera (desempleo, informalidad, pobreza).
Esta actitud de la izquierda no sorprende, sin duda. Lo he señalado en reiteradas oportunidades: la izquierda necesita de los bolsones de pobreza para generar un espacio para su discurso radical y violento. El avance de la izquierda significa el avance de la pobreza en nuestro país. La mejor expresión de este comportamiento de la izquierda es lo ocurrido en Cajamarca, región que registraba una economía próspera, pero la oposición de la izquierda al proyecto minero Conga ha generado que Cajamarca nuevamente se encuentre en la lista de los departamentos con mayores niveles de pobreza.
La izquierda no tiene el más mínimo remordimiento por la pobreza provocada en dicha región; mantienen la tesis de que el responsable de la pobreza es el Estado, por su ausencia. Pretenden esconder bajo este discurso su gran responsabilidad, pero no entienden (o no quieren entender) que el mayor motor del desarrollo es la inversión privada. Recordemos que el 80% del crecimiento económico deriva de la inversión privada, solo el 20% se explica por la inversión pública. Y lo mismo sucede en la generación de empleo.
Reiteramos que la izquierda ha virado su esencia violentista hacia discursos que, mediante el disfraz político, articulan movimientos que supuestamente defienden el medio ambiente, los derechos humanos o los derechos de las minorías. Pero, con estos discursos falaces solo esconden sus ideales políticos y sociales, su ideología de controlar —mediante el poder— toda la actividad económica, y poner nuevamente en vigencia el sufijo “-perú” en toda la economía: Petroperú, Mineroperú, Aeroperú, etc. Como ocurrió en las dos décadas pérdidas que enfrentó nuestro país, desde finales de los años sesenta hasta finales de los ochenta.
La protección del medio ambiente o de los derechos de las comunidades es el discurso que viene planteando la izquierda. este discurso no es otra cosa que una estrategia de infiltración social y manipulación de la población que se encuentra en situación de abandono por parte del Estado y con altos niveles de pobreza. Este discurso no ofrece ningún cambio para combatir o erradicar la pobreza; ni para generar desarrollo, que es lo que demandan nuestros compatriotas.
Lo hemos dicho claro y alto: el discurso de la izquierda tiene muy poco de sustantivo. Se trata de retórica recargada de supuesta afectación de derechos y en contra de la inversión privada, que incorpora palabras de fácil construcción y frases efectistas, que trasmiten hasta con teatralidad. También hemos escuchado este discurso acompañado de aquel que se refiere al cambio del sistema político y “el modelo económico”, para volver a sumir a nuestro país en el círculo de la pobreza, la violencia y el caos, y hacer del clientelismo la forma manejar el Estado en su totalidad.
Toda la población en conjunto debemos hacer que se concrete el proyecto Tía María. No solamente se encuentra en juego el desarrollo del país y mejores oportunidades para nuestros compatriotas del sur. Si bien la minería no es intensiva en sus necesidades de mano de obra, es un gran generador de stock de capital, pues la inversión en este sector tiene efectos muy diversos y amplios en muchos sectores de nuestra economía, con múltiples resultados positivos, desde mayores oportunidades laborales hasta mayores ingresos para el Estado, por impuestos, para tener mejores servicios básicos.
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