Cecilia Bákula
Temas de coyuntura y cinco meses de desgobierno
La vacancia presidencial no deja de ser una posibilidad en la mente de ciudadanos
En los últimos días, en los que la violencia se ve incrementada y la incapacidad del Gobierno se hace más evidente, llegando a tomar medidas desesperadas para que no se note “tanto” el desgobierno y los síntomas gravísimos de corrupción, ha habido, en el marco de la actividad congresal, acciones importantes y que muestran, de alguna manera, la urgencia de que el Gobierno sienta que desde el Parlamento se le quiere hacer ver el descontento nacional.
No se trata de un grupito de descontentos ni de un sector que, como se ha dicho grotescamente, “se tapa la nariz”, pues más bien debería ser el propio Gobierno el que se tape la nariz ante el hedor que viene generando. Cuánta inseguridad denota quien, para sentirse respaldado, busca causar pena o alcanzar la conmiseración de personas ajenas a nuestra propia realidad. Se trata, no obstante, de la inmensa mayoría de ciudadanos que ven el aumento del caos, las manifestaciones de corrupción, el silencio cómplice de la autoridad, la falta de transparencia en asuntos como los ascensos en las Fuerzas Armadas, la desastrosa situación de la minería con grandes proyectos paralizados, el tráfico de influencias con ausencia absoluta de pudor y recato, la irresponsabilidad traicionera al permitir pretensiones de intromisión extranjera en asuntos internos, el desgobierno en todos los sectores, el aumento de los precios y el panorama nada prometedor para el año que está por empezar. Todo ello causa desasosiego e impide, sin duda, el progreso, el equilibrio y la estabilidad indispensables para generar progreso y bienestar.
En ese marco de desconcierto, se logró desbaratar en el Congreso el burdo intento de censurar a la presidenta de ese poder del Estado, aduciendo razones que eran sinrazones, sustentadas en dimes y diretes y en antojadizas interpretaciones. En lo personal, tengo la percepción de que Acción Popular no está dando la talla ni cumple la expectativas que se tenía de ese grupo político, experimentado en las lides parlamentarias pero eso era antes, ya no se ve ahora y, además, sorprendió que se le ha visto bastante “cercano” a Palacio y cuando menos, obsecuente. Ni ese acercamiento pudo evitar que se intentara, desde los grupos radicales, desestabilizar al Parlamento con la idea de generar, en la población menos informada y más fácil de conducir, la percepción de que el Congreso “no cumple” y hacerlo ver como una instancia casi innecesaria que obstruye las “buenas medidas” que este improvisado gobierno quisiera tomar. Felizmente la cordura primó y esa intención no prosperó.
Otro momento interesante se produjo cuando la presidenta de la Comisión de Constitución dejó claramente establecido que no puede darse la pretendida reforma constitucional si la propuesta no pasa por el pleno del Congreso. Ha sido muy clara y enfática en esa afirmación. Del mismo modo, se ha logrado desestimar, por una importante mayoría, la solicitud de facultades legislativas que estaba pidiendo el Ejecutivo en temas asociados a la creación e incremento de impuestos. Con 96 votos a favor y tan solo 18 en contra se logró aprobar el texto sustitutorio que había propuesto la referida Comisión de Constitución. En una actitud de gran responsabilidad y valentía, la presidenta de esa Comisión señaló que como colegiado, el parlamento está siempre en condiciones de dialogar sobre los requerimientos del gobierno, pero que hay que hacerlo en el marco de las instancias legales y no entre bambalinas. Por esa contundente votación, se desestimó dar facultades para que se pueda incrementar impuestos a la minería, a la renta ni a los ingresos de primera y quinta categoría.
Se sustentó adecuadamente que la propuesta del Ejecutivo carecía de las precisiones necesarias ni se expuso el sustento suficiente para esa requerida alza. Cabe señalar que en el momento actual, con una severa crisis en el sector minero y la paralización de importante proyectos, no es posible aumentar impuestos a esas actividades cuando el estado carece de herramientas para dar tranquilidad y seguridad para el desarrollo de esas actividades. El cálculo de pérdidas diarias para el fisco, por esta situación es tan grande que podemos prever una angustia gubernamental al tener menos ingresos fiscales y por lo tanto, menos dinero para continuar con el “síndrome del bono fácil” que intensifica el asistencialismo y aleja el progreso.
Y si bien en estos temas el Congreso ha actuado correctamente, no se gana aún la confianza de la ciudadanía, pues al lado de pronunciamientos sesudos y eficientes para tomar decisiones coherentes e importantes, nos encontramos con un sector de legisladores que no comprende aún la dignidad que significa ocupar un escaño. Y en vez de trabajar por una indispensable y urgente reforma legislativa que podría implicar, por ejemplo, disminuir la macrocefalia administrativa o la reducción de trámites absurdos, nos encontramos con propuestas como la que se asocia a las gallinas ponedoras.
No dudo de que mejoras en la crianza de los animales cuyos productos nos alimentan deben ser tomadas en cuenta; pero ante una población cuyo menú diario no incluye la proteína del huevo, ante una creciente merma en el poder adquisitivo de la población y por lo tanto, un detrimento de la calidad del alimento diario, lo que sin duda aumentará la desnutrición, hay propuestas de normas que parecerían burla o, por lo menos, pueden ser consideradas innecesarias e inoportunas en el momento crítico que vive el país, pues la educación es precaria, la salud casi un lujo, la infraestructura vial insuficiente y la pobreza va creciendo como una sombra nefasta sobre los ciudadanos.
El país quiere Gobierno, quiere progreso, quiere futuro, quiere estabilidad, paz y la posibilidad de mirar con esperanza fundada el futuro. Requiere de un gobernante que asuma la responsabilidad de llevar las riendas del ejercicio del poder con honestidad, transparencia y compromiso. A casi cinco meses del Gobierno actual, parece que no hay ni capacidad ni voluntad de conducir al Perú por esos rumbos y es por ello que la vacancia, como una situación extrema, no deja de ser una posibilidad en la mente de ciudadanos, políticos y legisladores.
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