Guillermo Vidalón
Superar la pobreza
Tres propuestas para mejorar la economía de los peruanos
Recientemente el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) informó que durante el 2020 la extrema pobreza alcanzó al 5.1% de la población peruana, estimada en 32.6 millones durante el 2020. Es decir, que 1.66 millones de compatriotas se encuentran en esta condición; y de estos, el 64.5% accede a algún programa alimentario del Estado. Sin embargo, a pesar de los años que se brinda este apoyo solidario, no logran superar esta situación que impacta en los niveles de desnutrición de los niños y, por lo tanto, en su calidad de vida hacia el futuro, transmitiendo la pobreza de manera intergeneracional.
No cabe duda de que la mejor receta para superar la pobreza es el crecimiento económico. Por eso es indispensable que las políticas de Estado sean promotoras de la generación de confianza; porque la confianza estimula la inversión y esta, la generación de puestos de trabajo. Este último incrementa el consumo y la satisfacción de expectativas; en consecuencia, se fomenta la cohesión social y se evita el surgimiento de opciones disruptivas que, más allá de los discursos en favor de las mayorías, no representan una opción razonable de crecimiento ni de superación de la extrema pobreza.
¿Qué hacer? En primer lugar, identificar quiénes son los pobres extremos para evitar filtraciones que terminan fomentando la corrupción y la manipulación política de uno y otro extremo del espectro político. ¿Cómo hacerlo? Cruzando información sobre los consumos de los usuarios de los servicios de telefonía (que se encuentra extendida en todo el país), electricidad, agua y Sistema Integrado de Salud (SIS) de todos aquellos que representen el segmento que alcance al 5.1% de la población. A la madre de familia se le entregaría un DNI electrónico, a través del cual el Estado les depositaría un monto mensual por un número de años, el cual permitirá adquirir exclusivamente productos de primera necesidad en el centro de abastecimientos de su elección.
Segundo. Como sabemos, las familias en situación de extrema pobreza generalmente se ubican en las zonas altoandinas, por lo que hay que implementar sus viviendas con cocinas mejoradas (para disminuir o evitar enfermedades respiratorias) o a la vista, por la presencia de cenizas u otros al interior de las viviendas. También con termas y paneles solares, así como biodigestores que permiten la producción de compost, para el fomento de una economía circular.
Tercero. Tablets o laptops para mejorar la calidad educativa de los niños. El Estado podría negociar tarifas promocionales para acceder a programas educativos a través de Internet, y hasta algunas horas libres a la semana para que las familias puedan comercializar sus productos; o autocapacitarse o reforzar los programas de formación productiva que llevan a cabo tanto el Estado como entidades privadas.
El reto es cómo los financiamos. Como se recordará, entre el 2009 y el 2018 la minería ha aportado casi S/ 40,000 millones, de los cuales solo se han empleado el 67%; es decir, que existen S/ 13.20 millones que podrían ser empleados para financiar lo mencionado líneas arriba. Si tenemos en cuenta que una familia altoandina está integrada en promedio por seis miembros, habría que proveer dichos artefactos a 277,000 hogares, a razón de S/ 47,653 soles por familia. Hay suficientes recursos para superar la condición de extrema pobreza de nuestros compatriotas.
¿Por qué? Porque al liberar horas/hombre de sus ocupaciones cotidianas, los pobres extremos dedicarán su tiempo a sus actividades productivas, generando más ingresos para sí mismos. El agua caliente mejora la calidad de vida, así como disponer de energía eléctrica para iluminarse y destinar más horas al estudio. De igual manera, se debe proveer capacitación para contar con una vivienda adecuada, que acumule y conserve el calor en tiempos de heladas. Podría construirse con materiales de la zona, como el adobe u otros, incorporando técnicas que permiten reforzar su estructura e incluir la doble ventana para mantener el calor, entre otros recursos.
Si a esto le sumamos propuestas como Sierra Productiva, del Ing. Carlos Paredes, lo que él denomina “la escalera del progreso” está asegurada, así como la viabilidad social y económica del país. Además, la distribución gratuita del DNI electrónico permitirá conocer cuándo una familia de extrema pobreza deja esta condición de manera sostenida, y el subsidio del Estado podrá disminuir paulatinamente, o plantearse nuevos retos de ascenso social.
Más allá de proponer una “segunda reforma agraria”, que termine por parcelar aún más la tierra y empeorar las condiciones de vida de millones de agricultores, lo importante es incorporar tecnología que eleve los actuales niveles de productividad.
Como se ha visto, para superar la pobreza se requiere fortalecer el sistema de generación de riqueza y no obstaculizarlo. La agroexportación, la minería y el turismo han sido de los sectores económicos más dinámicos y eficientes en su administración, adecuación a nuevas tecnologías y uso racional del ambiente. La falla ha estado en la administración del Estado, cuyos gobiernos se encuentran signados por el corto plazo; a diferencias del sector privado, que siempre ha apostado por el crecimiento sostenido.
Quien promueve un Estado elefantiásico propone “dame todo el control y yo me encargaré de ti”. Por eso se promueve el subsidio indiscriminado y a tiempo indeterminado; la perpetuación de la pobreza es el objetivo real de oferta política. Su existencia se justifica en que cada vez existan más personas dependientes de las dádivas del estado. Por eso es que, teniendo el control de la calidad de la educación en las aulas, hubo docentes que se dedicaron a la ideologización. No se formaron, ni se propusieron ofrecer una educación de calidad a los niños y jóvenes del Perú. Afortunadamente, la inmensa mayoría de profesores sabe diferenciar su plataforma reivindicativa de una propuesta de gobierno que solo busca servirse de los pobres.
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